viernes, 12 de diciembre de 2025

Una realidad, muchas disciplinas, una ciencia


Dos debates que conviene separar

En un artículo anterior, en el marco de una discusión sobre el conocimiento de la realidad, me despachaba a gusto frente a dos fenómenos que no terminé de distinguir bien, y que ahora me propongo aclarar.

Por un lado, me planteaba la pregunta de si la realidad es una por qué existen múltiples ciencias; por otro lado, qué sentido tiene, dentro de una misma ciencia, una variedad de teorías sobre un mismo fenómeno.

Ambos asuntos recorren la discusión sin una adecuada diferenciación, de modo que puede generar confusión o inducir al rechazo, por lo que he decidido presentarlas por separado. En esta entrada abordamos el primero.


Una realidad, muchas disciplinas

Empecemos por la diferenciación de las disciplinas científicas. De entrada, nada que objetar. Pero, ¿por qué hay muchas disciplinas?

Las sociedades, para su reproducción, requieren dominar la realidad. El fraccionamiento del conocimiento de lo real resulta del choque de la apropiación colectiva de las fuerzas productivas con las capacidades individuales de los seres humanos. 

Por ejemplo, la agricultura egipcia de hace miles de años, que requería el control e intervención sobre las crecidas del rio Nilo, dio pie al desarrollo incipiente de saberes que hoy denominaríamos como geometría, climatología o astronomía, entre otras.


De la división a la fractura disciplinar

En el capitalismo, esta contradicción está mediada por la específica forma de crear conocimiento, la representación lógica (separación sujeto-objeto y entre objetos), que emana de la conciencia del productor (libre e independiente), de mercancías. El resultado será la construcción de la forma disciplinar, la separación entre regiones de lo real (naturaleza/sociedad, sociedad/individuo) y la fracturación del conocimiento objetivo (ciencia).

Así, por ejemplo, la agricultura capitalista está basada en múltiples ciencias: mecánica, electrónica, meteorología, biología, genética, entre muchas otras, pero que se hablan lo justo, de modo que asuntos como el agotamiento del suelo o la precariedad de los temporaros, siguen en discusión. 


La fractura y la dificultad para explicar

Entiéndase, por tanto, que no se critica la división del conocimiento ni su especialización. Tampoco están en discusión los logros científicos alcanzados. Lo que planteamos es que la forma en que se organiza el conocimiento científico, bajo el capitalismo, tiene unas características determinadas (sociales e históricas), y serios límites.

Concretamente, pretendía poner foco en que se trata de una separación tajante de lo real (naturaleza y sociedad, sociedad e individuo, etc) de ahí la fracturación del conocimiento (ciencias naturales y sociales, etcétera). Cada ciencia sería un cajón estanco (con escasa relación con las otras), que pretende dar cuenta (explicar) un trozo de realidad (mutilada, una representación de lo real). Este es el origen de la dificultad para explicar el propio objeto de estudio. ¿Cómo va explicar al individuo, la psicología, si lo ha aislado de la sociedad?

Un ejemplo muy claro, el problema de la vivienda: el urbanismo y la arquitectura miran espacios en construcción, la economía analiza precios y mercados, el derecho se encarga de regulaciones y propiedades, el trabajo social la situación de las familias (exclusión, desahucios). El problema es uno, pero cada uno lo mira de manera no ya distinta, sobre todo, aislada, separada. 


Institucionalizando la fractura

Este ensimismamiento disciplinar no es solo un asunto de ideas. Se agrava con la forma en que se organiza la producción científica: ministerios y organismos reguladores, colegios profesionales, universidades divididas en facultades y departamentos, planes de estudios, cuerpos docentes, sistemas de evaluación y revistas especializadas. Todo ello acentúa la escisión del saber. 

Un ejemplo muy pedestre, a parte de los proyectos competitivos troceados por áreas de conocimiento, son las publicaciones en revistas (pueden no puntuar si la revista escde otra disciplina). 

Por tanto, esta fractura del conocimiento no se queda en los libros. Se traduce en facultades y departamentos que apenas dialogan, en agencias de financiación que reparten recursos por “áreas de conocimiento”, en colegios profesionales que levantan fronteras corporativas, en ministerios que se reparten la realidad en competencias administrativas. La forma disciplinar del saber es también una forma concreta de división material del trabajo científico. 


La fractura del conocimiento y su impotencia

Si entendemos que el proceso material es uno, hemos de cuestionarnos que su conocimiento se organice de manera fracturada. El problema aparece cuando los fragmentos impiden reconstruir la realidad.

Aún más, no es solo la coherencia que impone el planteamiento de “una realidad, un conocimiento”, o la capacidad de explicar el propio objeto de investigación, sino que esta situación afecta a la capacidad para actuar sobre la realidad, la separación disciplinar puede convertirse en una rémora. De modo que, aún reconociendo el avance científico me atrevo a afirmar que es menor del que se podría obtener con un enfoque más unificador de las disciplinas. 

El cambio climático donde confluyen física, climatología, economía, política, sociología, por decir algunos, es otro ejemplo de gran cantidad de esfuerzo sin claros avances. Y habría más, caso de las enfermedades mentales, que son abordados desde muy distintos puntos de vista (psicología, psiquiatría, sociologías, trabajo social, etc), que no se comunican ni mucho menos unifican.


Muchas disciplinas, una ciencia

De alguna manera, determinadas tendencias interdisciplinares o multidisciplinares apuntan a eso, reconociendo la limitación que supone abordar problemas concretos desde un único punto de vista. 

El inconveniente es que estos enfoques se entienden como agregados de disciplinas bajo una “ciencia”, mientras que, lo que aquí reivindicamos es lo contrario: una ciencia, que se despliega en multitud de disciplinas.

Y ahí, de nuevo, las palabras de Carlos Marx relativas a una única ciencia, donde la ciencia del hombre se integrara en la ciencia de la naturaleza, cobran más sentido.


miércoles, 10 de diciembre de 2025

La izquierda ante el declive del eurocapitalismo

Introducción

Las recientes declaraciones de Trump sobre la Unión Europea calificándola de decadente y “gobernada por débiles” ya no ruborizan ni a las propias élites. Funcionan como un espejo que devuelve la imagen de un precipicio hacia el que pueden ser arrastrados los pueblos europeos.  A la vez, colocan a la izquierda en una encrucijada: además de organizarse frente a la ola derechizadora, necesita levantar la mirada y preguntarse qué referencia estratégica internacional adoptar en un escenario de agotamiento del modelo eurocapitalista.


Antecedentes históricos y la revolución rusa

El primer cuarto del siglo XX vivió un auge reivindicativo, mediado por ideologías revolucionarias. Aquello no fue un accidente político, sino el resultado del desarrollo capitalista, que incrementaba aceleradamente y desordenadamente la fuerza de trabajo, incentivando su organización y lucha. Fue el propio capital quien abrió el gran ciclo de luchas sociales a nivel mundial: revolución mexicana (1910), revolución alemana (1918), la república soviética húngara (1919), el bienio rojo italiano (1919-1920). Por supuesto, también, la revolución rusa de 1917.

Esto no pasó desapercibido a las clases dominantes y las alertó sobre la necesidad de tomar medidas. La más inmediata fue la represión, pero pronto se pusieron en marcha estrategias más “inteligentes”. En Europa, en países como Gran Bretaña y Alemania, la burguesía apoyada por sus estados, exploraron fórmulas reformistas: legalización de sindicatos, sufragio masculino, seguros sociales (pensiones y desempleo).

La Gran Depresión de 1929, en USA, fue otra prueba de fuego. El New Deal de Roosevelt no solo fue un programa económico, también tuvo un componente ideológico: mostrar la viabilidad del capitalismo reformado que neutralizara el peligro comunista.


La URSS y la emergencia del eurocapitalismo

De modo que el modelo de desarrollo capitalista europeo se acelera y generaliza tras la Segunda Guerra Mundial, resultado del nuevo equilibrio del capitalismo mundial, para responder directamente a la experiencia soviética. 

Efectivamente, la sociedad soviética y sus avances sociales (pleno empleo, educación y sanidad gratuitas, política de viviendas, el voto femenino, aborto, guarderías, entre otros), eran un atractivo escaparate para las clases trabajadoras mundiales y europeas. 

Más allá de las consideraciones sobre la naturaleza social de la URSS (ver nuestro blog), la clase capitalista mundial vio un justificado peligro en la “gran patria socialista”, donde: la burguesía fue expropiada, centralizada estatalmente la propiedad de los medios de producción e implantada la ideología socialista legitimadora de todo ello. 

Así que la supervivencia de la URSS, a pesar del hostigamiento del capital internacional (intervención en la guerra civil rusa, bloqueo diplomático y económico, campaña anticomunista permanente, represión de organizaciones obreras y comunistas, incluso la propia II GM) y la posterior victoria en la Segunda Guerra Mundial, mostró a la clase capitalista, principalmente estadounidense y europea, la necesidad de emprender formas de dominación más sutiles.


El auge del eurocapitalismo

El eurocapitalismo fue la respuesta, a través de la lucha de clases, al doble desafío: mantener el capitalismo bajo la hegemonía estadounidense, por una parte, a la vez que se neutralizaba la influencia soviética y del movimiento comunista.

Consistió en mostrar el rostro amable del capitalismo avanzado, donde la explotación capitalista era compatible con niveles de bienestar que anestesiaba el conflicto obrero. Así sus grandes ejes pueden resumirse en: el capitalismo como orden incuestionado (estado, leyes, ideología, educación, medios de comunicación), aceptación de la hegemonía estadounidense (Plan Marshall, Guerra Fría, OTAN, Red Gladio, USAID, Radio Liberty, entre otras), canalización del conflicto social a través del Estado del bienestar (economía mixta, keynesianismo, sanidad, educación, vivienda, pensiones), y el predominio ideológico del social-capitalismo que articulaban políticamente la socialdemocracia y la democracia cristiana, y el anticomunismo jugando un papel central.

Este capitalismo europeo de rostro humano, muy alejado del capitalismo salvaje reinante en el resto del mundo, permitía a Europa dar lecciones de derechos (humanos, civiles, políticos) en la comunidad internacional, mientras la URSS y el comunismo representaron algún peligro concretado en las organizaciones  de masas (Italia, Francia, Portugal, Grecia, España). Ante ellas, la culta Europa, además de educación y propaganda, desplegó una fuerte represión (ilegalización, cárcel, exilio, purgas, dictaduras). 

Además, en Europa, el capital se reconfiguró bajo una unidad que empieza siendo económica para ir ampliándose, la Unión Europea, exponente del eurocapitalismo.


El declive del Eurocapitalismo

La crisis de los años setenta, con el fin de la fase expansiva del ciclo de la posguerra, mostrará algunos de los límites del eurocapitalismo (dependencia petrolífera, inflación, desindustrialización, desempleo, rentabilidad) como resultado de la crisis capitalista mundial y su inserción en la circulación global del capital.


La respuesta neoliberal (Thatcher, Kohl, González, Delors), ya en los ochenta, apuntará en lo que será la política de privatizaciones, liberalizaciones, desmantelamiento del Estado del bienestar. También la ampliación de la UE (España, Portugal). 


El derrumbe del bloque soviético, en los noventa, dará algo de oxígeno, proveyendo de áreas de expansión a la UE. Las nuevas relaciones con una Rusia que aspira a incorporarse al bloque occidental también será fuente extraordinaria de materias primas y energía baratas, además de un gran mercado. Sin embargo, el capital norteamericano ansioso por el fraccionamiento de Rusia, no puede tolerar el avance de un bloque Euroasiático.


La Gran Recesión (2008) vuelve a exhibir las debilidades del eurocapitalismo cuya integración va lenta en relación a los requisitos de la competencia mundial (pérdida de competitividad, vulnerabilidad financiera, desindustrialización) donde emergen una serie de nuevas potencias, caso de China, sumando la crisis del euro, ante la que prevalecerán las viejas recetas neoliberales (austeridad, recortes sociales, disciplina fiscal y monetaria).


A partir de 2014, el nuevo orden geopolítico donde las potencias USA y China (junto a los BRICS) disputan el dominio mundial; la expansión del capital ruso que no se pliega ante el europeo y yanqui, terminará con la declaración otanista de guerra híbrida, que el gobierno ruso responderá invadiendo Ucrania y avanzando sobre África; a su vez, los gobiernos occidentales removerán el Extremo Oriente y permitirán el exterminio israelí de Gaza. 


Eurocapitalismo putrefacto y derechización

En este tablero, la UE se muestra cada vez menos relevante, por su desubicación en la circulación mundial del capital, particularmente del norteamericano, al que las élites europeas se aferran con desesperación.


Esta situación es más dramática porque ese capital USA trata a la UE con displicencia haciéndole pagar caro su liderazgo: las amenazas territoriales (Groenlandia), los aranceles, o la venta del caro gas licuado. Además, le vende su papel de gendarme mundial, obligándola a incrementar los presupuestos militares que ha de gastar en buena medida en armas norteamericanas.


La forma política adecuada para esta subordinación a USA y para la ofensiva de recortes que exige el belicismo es la derechización y el ascenso de la extrema derecha. La cual ya está normalizada en las instituciones europeas y gobierna en varios países (Italia, Hungría, Finlandia, Croacia, Eslovaquia, República Checa, por ahora). En la medida que esto se extienda asistiremos a recortes laborales, sociales, civiles y políticos, acompañados de un aumento de la represión del pensamiento disidente y los movimientos sociales.


Por una euroizquierda organizada

Mientras la derecha remata al agotado eurocapitalismo, que ya no resulta funcional para el capital americano que lo sostenía, la izquierda europea habrá de hacer tanto la crítica como la construcción de una alternativa al eurocapitalismo putrefacto. 


Durante mucho tiempo, más allá del período prosoviético, el modelo social europeo fue el paradigma de buena parte de la izquierda. El declive y probable final de este modelo, la obliga a repensar un nuevo referente internacional. Si el capital europeo quiere contar, habrá de permanecer unido y dejar atrás el agotado eurocapitalismo, redefiniendo su lugar en el capitalismo mundial. Existen tres opciones estratégicas: marchar sola, acompañarse del capital ruso o vincularse al capital chino.


Ante ello, la izquierda, todavía débil y fragmentada, habrá de hacer un serio esfuerzo de unidad y organización para sobrevivir, así como prepararse para armar el contraataque. También, de defender la unidad de los pueblos de Europa y discutir la forma política de inserción en el sistema mundial, la izquierda  habrá de hacer frente a las contradicciones del capitalismo en los planos ecológico, laboral, familiar, político ... Eso implica pensar cómo gestionar la economía mediante una centralización del capital, administrada democráticamente a través de la planificación orientada a las necesidades de la población. Además, de incorporar las tecnologías (incluida la Inteligencia Artificial), para elevar la productividad garantizando un bienestar material sostenible, que incluya la reducción de la jornada laboral. Todo ello como paso previo a un escenario en el que la vida social pueda regularse conscientemente mediante la asignación directa del producto del trabajo a las necesidades personales, es decir al socialismo.

sábado, 6 de diciembre de 2025

Muchas ciencias para una sola realidad

A Juan Iñigo Carrera quien tanto me ayuda a conocer

Un artículo reciente de Giovanni Biuso (1), un filósofo que dialoga con la física, reflexiona amargamente sobre la teoría de cuerdas. En la que se confía para unificar la teoría de la relatividad y la física cuántica. El sueño de Einstein de una teoría unificadora, y de tantos otros científicos que se preguntan: si la realidad es una, cómo tenemos cientos de ciencias.

Bien, Giovanni plantea que todavía no sabemos si la materia es partícula (electrones, protones, etc), onda, o una cuerdita vibratoria como defiende la teoría de cuerdas. Su forma más simple -las hay más complejas- nos hablaría de nueve dimensiones (es decir, agreguen cinco más a las tradicionales alto, ancho, fondo y tiempo); pero, no pregunten qué significan esas cinco más. Ni falta que hace; no lo saben ni los que la elaboran. Eso sí, matemáticamente, da unas ecuaciones cuyas soluciones permitirían conciliar las contradicciones que hay entre la física de partículas y la física de cuantos, supuestamente. Habrán observado que este “avance” científico es a costa de perder contacto con la realidad: nos hemos metido en una vorágine teórica cada vez menos fundamentada realmente. Lo cual impone una pregunta: por qué. Qué necesidad tiene el saber teórico de separarse de su objeto, la realidad.

Acostumbrados como nos tienen a varias teorías para explicar un solo fenómeno, puede no llamarnos la atención. Por ejemplo, la inflación tiene casi una decena de teorías que la “explican” (productividad, costes, dinero, expectativas, ...). Y rellenamos miles de manuales, convencemos a millones de mentes pensantes, dando por normal disponer de un menú de teorías para dar cuenta de un fenómeno real.

Me van a permitir que discrepe: si la física unas veces ve la materia como cuerpo, otras como onda y otras como cuerdita; o, si la economía amontona teorías sobre la inflación; más que un exponente de diversidad, me parece una falta de claridad sobre el objeto de estudio, en un caso la materia y en el otro el precio.

Y no solo la fisica o la economía, me atrevería a decir que esta incapacidad para dar cuenta del propio objeto atraviesa a otras muchas otras disciplinas científicas (sociología, política, psicología, e incluso la historia). ¿Qué está ocurriendo?

Tenemos una realidad en la que vemos varios fenómenos: a, b, c y d, etcétera. Incluso podemos establecer una relación entre ellos, a se transforma en b, b en c, c en d, y así con todos. Lo cual nos permitiría reproducir idealmente que a produce b, b origina a c, c lo hace con d, … Esto nos animaría a actuar en la realidad sabiendo que si alteramos a, al final tendremos un cambio en d, mediado por cambios en b y c, pongamos por caso. Aún más, se podrían establecer relaciones cuantitativas del tipo si reduzco a la mitad el fenómeno a, obtendré el doble del fenómeno d, con sus mediaciones cuantitativas respectivas en b y c.

Qué es lo que hace la ciencia moderna, la ciencia teórica. Lo primero es recortar la realidad: dice a, b, c, d, son fenómenos separados, autónomos, de modo que a es a, b es b, etcétera. Como cada fenómeno es distinto cada uno se estudia por un saber  A, B, C, D, respectivamente. Cada ciencia estudia su trozo de realidad, y no admite intromisiones. 

Cuando investigamos el fenómeno d desde la ciencia D, se prescinde de c, b y a, porque pertenecen a otras disciplinas. El resultado es que perdemos la cadena de relaciones reales que hace que d sea lo que es.

Abandonemos el abecedario y vayamos a lo que acontece. Digamos que a es la materia, b es la vida, c es la sociedad y d es el hombre. Y las ciencias encargadas de estudiarlos la física, la biología, la sociología y la psicología, respectivamente, por poner.

Si al investigar el hombre a través de la Psicología nos abstraemos de la sociedad, la vida, y la materia, se me ocurren, dos cosas.

Primero, qué tipo de hombre es el que estudia la Psicología; un hombre al margen de la sociedad en la que vive, de la naturaleza que lo ampara y de la materia que lo constituye. Claramente, será un objeto de estudio abstraído de sus determinaciones fundamentales, que solo puede ser una representación ideal alejada del hombre real. Muchos se apresuraron a proclamar el fin (de la historia, de la ideología, de la clase obrera, del trabajo), pero ellos no saben ni por donde empezar.

Después, para mirar la actuación del hombre introducirán, las diversas teorías (porque no es malo tener muchas), sus definiciones, supuestos e hipótesis, que aún alejarán más a ese concepto de hombre del humano real. 

En resumen, esta manera de recortar la realidad y aislar cada tramo en su disciplina no solo mutila el objeto de estudio sino que vuelve impotente a la teoría a la hora de explicarse los fenómenos humanos concretos, como el sacrificio de la salud por el negocio, el acoso estudiantil o los suicidios de jóvenes, por no hablar de la violencia doméstica o la corrupción, etc.

Me disculpen los psicólogos, pues solo es un ejemplo. Se trata de un problema compartido por todas las ciencias teóricas, pero se nota más cuanto más nos alejamos de la materia y nos acercamos a la realidad concreta, donde la presencia del trabajo humano -perdón del comportamiento humano- es incuestionable. Tiempo habrá de ver dónde están las causas de esta manera de hacer ciencia, por otro lado, imprescindible para el avance de la Humanidad.

Termino. Muchos científicos, ya en el siglo XX, han pensado la unidad de la ciencia: desde los fisicalistas del Unity of Science Movement hasta la teoría general de sistemas de von Bertalanffy, la cibernética de Wiener, la consiliencia de Wilson, o la historia total de la ciencia de Bernal (admirado por Manuel Sacristán), si bien cada uno entiende a su manera esa unidad.

Mas, no puedo menos que recordar aquel pronóstico: “algún día la Ciencia natural se incorporará a la Ciencia del hombre”, basado en que la historia humana es parte de la historia natural, realizado por uno de los últimos científicos universales, Carlos Marx (Manuscritos económicos y filosóficos, 1844) (2).

________

(1)  https://www.sinistrainrete.info/articoli-brevi/31807-alberto-giovanni-biuso-fisica-e-politica.html

(2) https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/manuscritos/


jueves, 4 de diciembre de 2025

El beneficio privado y la hipocresía pública

A Juan de Barrios Hartos y a Jose Luis de Los Lunes al Sol


¿La salud antes que el negocio?

El día 3 de diciembre de 2025, el diario El País, y tras ellos, la Cadena Ser (ambos de la empresa mediática Prisa), denunció en portada unos audios, donde un directivo de una empresa sanitaria privada hace un llamado a mejorar la cuenta de resultados. No se queda en la arenga empresarial, sino que ilustra sugiriendo engordar las listas de espera, recordándoles que ya una vez las adelgazaron, tratándose ahora de revertir el proceso.

Rápidamente la mayor parte de medios, instituciones y políticos, por no hablar de personas de a pie, absolutamente todos, se han llevado las manos a la cabeza.

A uno le gusta pensar que la sociedad se ha puesto de acuerdo en poner la sanidad, la salud, por delante del negocio. Lo que se dijo en la Pandemia. Pero, ya no me lo creo. Así que os cuento como lo veo.


Actividad económica y beneficio privado

Un gerente le explica a su plantilla que la empresa necesita ganar más dinero, y la orienta para llevarlo a cabo. Les convence de que es posible y les ilustra sobre cómo se hace. Hasta aquí todo normal. Es lo que hace cualquier gerente de empresa privada. Es más, el consejo de administración (propietarios) le contrata para ello. ¿Cuál es el problema?

No digo todos, pero buena parte de los sorprendidos, incluyendo al medio de comunicación denunciante, saben que las empresas privadas, se dediquen a lo que sea, tienen como objetivo ganar dinero, y cuanto más mejor. Más aún, saben o deberían saber, que es la única manera de sobrevivir en la competencia capitalista, en este caso, en torno al negocio de la sanidad. 


Beneficio privado e ideología

Sí, eso, el problema es que juegan con nuestra salud, por eso nos llevamos las manos a la cabeza. 

Pero, la prevalencia del beneficio monetario no solo es en la sanidad, también del negocio de la educación, de las residencias de ancianos, de las soluciones habitacionales ante desahucios, o las armas, el juego de azar, … y podríamos seguir hasta recorrer todas las ramas de la economía de un país. Todas en mayor o menor medida, de manera directa o indirecta, tienen que ver con el interés de la sociedad. Y en todas, porque es la esencia del capitalismo, el valor de uso es el medio para la valorización del valor.

Esta necesidad del beneficio privado, inmanente al capitalismo, es la base material de la ideología que lo justifica.


Ideología del interés particular e hipocresía

No se trata de la ideología de una persona, ni si quiera de una empresa o sector, se trata de la ideología general, que acompaña o justifica determinados intereses materiales.

Cuando se admite y naturaliza que el beneficio privado es lo que regule la actividad económica (lo que da beneficios se hace y lo que no se queda sin hacer) justificamos las decisiones y comportamientos que conducen a él: privatizaciones, cierres empresariales, reducciones de plantillas, externalizaciones, segregaciones, y toda la amplia ingeniería empresarial que realizan ese principio fundamental del capitalismo que es la obtención del beneficio monetario.

Así que sí, me parece hipócrita rasgarse las vestiduras por un caso que es una expresión de la norma rectora del funcionamiento de la sociedad, el capital. Pero, qué hacer.


Regular y el caso de Palmete

Resulta lógico plantearse regular la actividad económica; como herramienta para que prevalezca el bien público si choca con el interés privado de una empresa.

Existen ejemplos de como el beneficio privado termina abriéndose paso en la maraña de leyes y trámites: murieron ancianos en las residencias por falta de atención médica, vendieron mascarillas a precio de oro mientras morían personas carentes de ellas, personas enfermas trabajan por decisión de las mutuas, factorías producen instrumentos de muerte. 

O la vivienda, como el caso de la calle Verdad, del barrio sevillano de Palmete, en la que la nueva Ley de Vivienda y otras muchas similares se han mostrado impotentes. Once familias, con niños incluidos, han sido señaladas para desahucio en febrero; será ejecutado por las fuerzas y cuerpos de seguridad, por encargo de un juez, a petición de un banco para mayor enriquecimiento de un fondo buitre. Todo ello denunciado por la plataforma Barrios Hartos, y ante lo que la sociedad en general, los medios de comunicación y las instituciones (ayuntamiento, junta de andalucia o gobierno central) veremos si mueven un dedo.


La ideología y la práctica social

Volviendo a la práctica médica, la ideología que la dirige y su fundamento material. 

Es frecuente que pacientes de la sanidad pública con póliza privada se topen con un médico que, interviniendo en los dos ámbitos, le aconsejen operarse en la privada para evitar la lista de espera. En este caso, ganan el paciente, el médico y la sanidad privada. 

También se da lo contrario, el médico de la privada que te aconseja el tratamiento público basándose en que cuentan con más medios; el paciente agradece la sinceridad aparentemente desinteresada del profesional. Suelen coincidir con tratamientos costosos que a las empresas privadas les suponen menos rentabilidad. Así que no sería de extrañar que sean los propios gerentes de las privadas, espoleados por los consejos de administracion, los que animen al mencionado “ejercicio” de ética profesional entre su plantilla. 

El beneficio monetario es el fundamento de la ideología del interés privado. El problema es que, de una u otra manera, todos estamos sometidos a ella. Entonces, qué hacer.


Conclusión

Entre tanto cambiamos la relación social que organiza el funcionamiento de la sociedad capitalista, solo nos queda prepararnos (crear las condiciones que lo hagan posible) y, como paso previo, tomar conciencia de nuestra contradicción (producimos nuestras cadenas) para lo que necesitamos conocer.

Aunque solo sea por “quítate tú para ponerme yo”, o sea la vieja estratagema de la competencia capitalista ávida por monopolizar el negocio de la sanidad privada, este escándalo nos recuerda, en toda su crudeza, la ley absoluta del modo de producción capitalista, la producción del plusvalor (Marx); también la contradicción entre el bien social (valor de uso) y el interés privado (plusvalor), expresión de esa otra descubierta -de nuevo por Marx- la socialización del trabajo privado. Ahora, de nuevo, la pregunta es qué vamos a hacer con esto, nosotros, la ciudadanía, la clase obrera: seguimos rumiando nuestra desdicha, miramos hacia otro lado hasta que nos toque, o nos conjuramos para expropiar a los expropiadores (Marx dixit).


domingo, 30 de noviembre de 2025

Monarquía, Estado y capital en España (y II)

En la parte primera, vimos que la monarquía burguesa parlamentaria española del último cuarto del siglo XX presenta serios inconvenientes: institución antigua o pasada de moda; contraviene valores del nuevo Estado (hereditaria, con privilegios, nada feminista); ser heredera del franquismo; a los que se añadirán otros más indecorosos.

A pesar de ello, en 1975, luego con la Constitución de 1978, y si me apuran en 2014 (abdicación de Juan Carlos I), volverá a afirmarse como la forma política de la jefatura del Estado español. En lo que sigue intentamos responder al por qué.


La importancia de la pregunta

La reflexión, la investigación, por la necesidad de esta monarquía, más allá de satisfacer la curiosidad histórica, tiene que ver con la acción política consciente.

Sin el conocimiento objetivo de la realidad social, incluyendo el propio conocimiento como sujeto transformador, el cambio social se antoja un ejercicio de azar humanamente costoso.

Además, explicarnos la monarquía juancarlina tiene un efecto ideológico desmitificador en el que nos detendremos al final.


Monarquía y Estado monárquico

El Estado español de mediados de los setenta necesita una figura que represente su unidad (funcional, de clases, territorial, ideológica, generacional, etc.) y permanencia, ese será el jefe del Estado.

Ahora bien, por qué este nuevo Estado adoptó la monarquía como forma de su jefatura del Estado, primero dictatorialmente (1975-1978) y luego constitucionalmente (1978-2014). Dos aspectos a resaltar: el primero, es la continuidad respecto del franquismo (legalidad) que tranquilizaba a sus élites; después, para las élites democráticas (muy diversas y faltas de alternativa) les bastó con una monarquía parlamentaria donde el peso del ejecutivo recaía en gobierno y parlamento. El rey tuvo la capacidad de mostrarse como impulsor de la modernización, estabilizador del proceso, y dispuesto a ceder poder.

La ideología monárquica, bien por convencimiento bien por conveniencia, se erige en un aspecto de la ideología del Estado.

Ahora bien, esto nos plantea la pregunta de por qué la sociedad española decide incluir en su diseño de Estado moderno (social, autonómico, …) el aspecto monárquico.


Estado monárquico y lucha de clases

O de otra manera, por qué el monarquismo (antes el caudillismo) se erige en ideología del pueblo. Más allá del esfuerzo educativo y mediático, importante para ver el cómo (no nos detenemos en ello).

La monarquía representa un nexo con el franquismo de modo que las élites franquistas (militares, altos funcionarios, jueces, iglesia prevaticana-II, sindicalismo vertical, directivos de organismos y empresas públicos, parte del empresariado privado) así como el pueblo franquista la toleran.

Enfrente, las fuerzas democráticas tienen ante sí la tarea de construir, sobre las bases de la sociedad franquista, un Estado y una sociedad moderna (capitalista, abierta), democrática (parlamentaria, libertades), “homologable a los países de nuestro entorno”. La política está dirimiendo derechos civiles, sociales, territoriales, entre otros. La forma monárquica vs republicana del Estado no es una prioridad Es más, dentro de las fuerzas democráticas tiene partidarios la monarquía, o al menos la consideran útil (socios exteriores, parte del capital nacional, iglesia reformista, izquierda parlamentaria…). No en vano, la propia monarquía se había prodigado obteniendo apoyos exteriores (americanos, potencias europeas, monarquías árabes, latinoamericanos) e interiores (apoyo a Suárez, auspicia reforma política, respalda elecciones 1977) para presentarse como una institución moderna y dispuesta a acoger la democracia y, sobre todo logró presentarse como una figura de equilibrio de mínimos, de mediación entre fracciones de clase, de consensos políticos y de cohesión social.

De modo que si la monarquía se envolvía en papel democrático podía ser aceptada incluso por los que se reclamaban republicanos. El resultado de la votación sobre la Constitución, el 6 de diciembre de 1978 con una participación (67%) fue aprobada (88%) la Constitución.

Ahora bien por qué el debate sobre la forma de la jefatura del Estado, o sea república vs monarquía, era subsidiario; o por qué los partidarios de la monarquía tienen la fuerza frente a los republicanos.


Lucha de clases y capital nacional

Las luchas laborales, por los derechos civiles, también las autonómicas, a lo que se añade la competencia (de ramas y territoriales) de las empresas capitalistas, en un marco de crisis económica de los años setenta (inflación, reorganización sectorial y territorial del capital), genera un marco desestabilizador importante. La clase capitalista y sus partidarios, franquistas o no, temen por sus intereses. Necesitan previsibilidad, paz social, horizontes inversores atractivos y hacer negocios con el exterior.

La clase obrera aprovecha la debilidad del capital (conflicto, huelgas), pero a falta de un proyecto rupturista con el modo de producción (no entramos en el porqué), está limitada en sus aspiraciones por el propio capital (el salario no puede quebrar la empresa, el cierre empresarial es el paro obrero): la clase obrera todavía es un apéndice del capital.

Como tal, se le exigirá sacrificios (pactos sociales). Los sindicatos, también la patronal, y los partidos obreros mayoritarios se integran en los mecanismos de concertación (Pactos de la Moncloa, 1977). La monarquía contribuyó a canalizar el conflicto social hacia los pactos.

Lejos de necesitar otro frente, el debate sobre la jefatura del Estado es saltado, la sociedad decide focalizarse en otras prioridades del capital nacional: estabilización, modernización, europeización, entre otros.


Capital nacional e inserción internacional

El capital español para desarrollarse y expandirse tenía la necesidad de integrarse plenamente en la circulación mundial del capital (ampliar y diversificar el comercio, acceso a financiación y mercados de capitales, atraer inversiones, insertarse en la división internacional del trabajo). Los avances franquistas (acuerdo de bases militares de 1953, el concordato con el Vaticano), a pesar del favorable contexto de la Guerra Fría (Operación Gladio), fueron muy limitados chocando con el requisito que la comunidad internacional (Mercado Común Europeo, OTAN, entre otros) imponía: la democratización del régimen político.

La crisis internacional de los setenta (encarecimiento del petróleo, inflación) agravará esta necesidad del capital nacional, a la vez que acelera los deseos de consolidar vínculos atlantistas y europeos, ante el temor de una desestabilización.

La monarquía, lejos de ser un obstáculo para la democratización, y mucho menos para el mantenimiento del modo de producción capitalista (propiedad privada, trabajo asalariado, mercado), colaboró ampliamente con la inserción del capital español en el mundial (compra de petróleo barato a regímenes árabes, estrecha lazos con mercado iberoamericano, fluidez en relaciones con estadounidenses, intermedió en la europeización, etcétera).


Síntesis

La corona, ni cayó del cielo ni tocó en una tómbola, fue una figura necesaria para el desarrollo del capital español.

La circulación mundial del capital, con su reparto geográfico de bloques en el marco de la crisis internacional de los setenta, demandó del capital español el compromiso con el bloque occidental (OTAN, CE) y el establecimiento de una serie de relaciones diplomáticas, comerciales y financieras. El desarrollo del capital nacional, en este contexto internacional, exigía un Estado moderno, parlamentario, democrático, cuya construcción tenía como principal e inmediata materia prima el Estado franquista. La “muerte en la cama” de Franco abrió la oportunidad. La forma en que se realiza esta determinación es la lucha de clases, que atravesó toda la sociedad incluyendo el propio Estado. Ante la urgencia por resolver el diseño del Estado, la democratización, pacificar el conflicto social, gestionar la discusión territorial, el debate sobre la forma política de la jefatura del Estado se decantó por la monarquía como opción de consenso más eficiente. 

El Estado monárquico es el representante político del capital total de la sociedad española. Y el rey, su jefe.


Conclusiones

Puede pensarse que la monarquía no está en la esencia del capitalismo. De hecho tanto Marx (El 18 Brumario de Luis Bonaparte) como Engels (Anti-Duhring) exponen que la república es la envoltura política más adecuada del poder burgués. La actualidad confirma su juicio, sin embargo una parte de los países capitalistas es monárquica. Es el caso de España.

En 2014, en plena crisis social, tras conocerse diversos escándalos (fortuna opaca, regularizaciones fiscales, cobro de comisiones, a los que añadir los sentimentales) el rey Juan Carlos I abdicaba en su hijo Felipe VI. La opinión sobre la monarquía no es buena (el CIS no la data); la monarquía tiene la necesidad de recuperar legitimidad; pero, aún es útil para el capital. La privilegiada protección estatal de que goza (cárcel para Hasél, exilio para Valtònyc, Código Penal, Ley mordaza, nada de indultos, …).

Las nuevas generaciones deben conocer la historia y explicarse la realidad, ambas integrantes de la caja de herramientas del sujeto transformador.

Nuestro planteo ha sido pensar esta especificidad de la monarquía burguesa parlamentaria española desde la Crítica de la Economía Política. Entendemos este ejercicio como una acción política, en el contexto de otras muchas investigaciones más acreditadas, profusas y necesarias. Un esfuerzo que nos muestra a esta monarquía como un producto social e histórico, que parte de la necesidad del capital bajo la forma de la lucha de clases. Con esto la descubrimos como una institución necesaria (para el capital) y no accesoria, un sujeto político y no una mera figura simbólica (reina, pero no gobierna), y lejos de su neutralidad como un representante de los intereses del capital. Concretando así lo que dice la estrofa de La Internacional: “Ni en dioses, reyes ni tribunos, está el supremo salvador. Nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor.”

martes, 25 de noviembre de 2025

Monarquía, estado y capital en España (I)

La monarquía burguesa en el mundo y la tendencia reciente

La ONU reconocía, en 2025, a 195 países; de ellos, según la Wikipedia, unos cuarenta eran monarquías. Entre las 20 economías más grandes solo 6 son monarquías; y dentro de la Unión Europea de los 27 también seis (Bélgica, Dinamarca, España, Luxemburgo, Países Bajos y Suecia). Estos datos nos ilustran sobre la especificidad de esta forma política que adopta el estado capitalista, como es el caso español. 

Todavía cabría pensar que sin ser la monarquía burguesa un atributo dominante pudiera ser emergente. Sin embargo, en los últimos cien años, tras más de cien estados creados y varias centenas de cambios de régimen político, el número de nuevas monarquías, incluyendo restauraciones, fue poco más de una decena. La mayoría en países musulmanes (Arabia Saudí en 1932, Jordania en 1946, Marruecos en 1957, Kuwait en 1961, Catar en 1971, …) y, entre las más recientes, nuestra España (1978), solo superada por Camboya (1993) y Baréin (2002).

Pretendemos, tras hacer una parada en la historia y otra en el derecho, explicarnos desde el punto de vista de la Crítica de la Economía Política esta especificidad monárquica de la sociedad española; que se nos vuelve aún más enigmática si tenemos en cuenta que esta institución contraviene principios definitorios de nuestro moderno, democrático, igualitario y social Estado español.

La ideología monárquica hispana

Algunos episodios de la historia española nos alertan sobre la posibilidad de prescindir de la monarquía: la muerte sin herederos de Carlos II (1700), la Guerra de Independencia (1808-1812), la Revolución Gloriosa (1868), la I República (1873-1874), la II República (1931-1936) e incluso la muerte del dictador Franco (1975). 

Sin embargo, todos ellos se resuelven en otros tantos momentos de restauración monárquica: inicio de la dinastía borbónica con Felipe V (1700), retorno de Fernando VII (1814), el recurso al infante italiano Amadeo de Saboya (1870), la Restauración borbónica con Alfonso XII (1874), paradójicamente el franquismo instaura un “Reino sin rey” y la Restauración juancarlina (1978).

Aún de manera contradictoria, podría decirse que hay en España una insistencia histórica en pro de la monarquía, avalando un sentimiento monárquico en nuestra sociedad.

Historia reciente de la monarquía

Tras las elecciones municipales, que originaron la marcha del rey Alfonso XIII, se proclama la II República española (1931-1936). La burguesía centralista apoyada en militares, católicos, fascistas y monárquicos, y temiendo la deriva rupturista (social, cultural y territorial), da un golpe de estado (18 de julio de 1936) que conduce a la patria a una guerra fratricida. La Guerra Civil (1936-1939) supondrá la muerte de cientos de miles de compatriotas, muchos de manera sumarísima aún yacentes en fosas, y llevará a buena parte de la sociedad española, primero, al hambre, y luego al atraso de varias décadas.

Franco, tras vencer en 1939 declara a España “Reino” por Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (1947), sin abandonarla hasta su muerte. En 1954 se trae a Juan Carlos, primogénito de Don Juan (el sucesor natural por ser hijo de Alfonso XIII), para que inicie su formación en España, nombrándole “sucesor a título de Rey” en 1969 para lo que hubo de jurar los Principios del Movimiento.

De modo que la dictadura franquista, que acabó con la II República española, será una república de facto con la promesa de monarquía, que hará efectiva la joven democracia española. Así, tras la muerte de Franco (1975) y jurando las Leyes Fundamentales franquistas, Juan Carlos I accede a la Jefatura del Estado. Posteriormente, la Constitución de 1978, votada masivamente (67% de participación y 88% de síes), instaura la monarquía cuyas funciones se regulan en el título II de la Constitución (artículos 56–65). 

Monarquía parlamentaria española

La actual monarquía burguesa (parlamentaria) tiene poco que ver con aquella otra de principios del XVIII, el inicio de la dinastía borbónica (absolutista). Las transformaciones del estado capitalista no han dejado indemne a la jefatura del Estado.

Aún así, lejos del mantra que presenta a la monarquía como una figura simbólica sin incidencia práctica, la Corona tiene sus funciones constitucionalmente establecidas y reguladas mediante leyes.

España es un estado cuya forma política es una monarquía parlamentaria (articulo 1.3 de la Constitución Española, CE en adelante).

La Corona es el órgano estatal constitucional que detenta la Jefatura del Estado, y su titular es el Rey, actualmente Felipe VI. 

Se trata de un órgano separado, aunque relacionado, de los poderes clásicos: ejecutivo (nombra y separa miembros del Gobierno), legislativo (convoca elecciones y referendums, sanciona y promulga leyes) y judicial (art. 117 CE dice que la justicia la administran los jueces en nombre del Rey). 

Simboliza la unidad y la permanencia del estado español, así como arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones. Además, propone candidato a la Presidencia, acredita embajadores, ostenta el mando supremo de las Fuerzas Armadas. El retrato oficial del Rey es un símbolo del Estado en sedes institucionales, igual que la bandera, y su uso está regulado por normativa de régimen local y protocolo administrativo.

La Familia Real, regulada en el RD 1368/1987, está formada actualmente por el propio Rey, Reina Letizia, Princesa de Asturias Leonor e Infanta Sofía y, tras la modificación de 2014, también acoge a los Reyes Eméritos, Sofía y Juan Carlos I. Pero, no es un órgano del estado ni administrativo. El Rey no responde por sus actos, mientras el resto de miembros sí. De estos, excepto la infanta, están aforados (por Ley Orgánica 4/2014, al Tribunal Supremo).

La Princesa de Asturias es la heredera al trono (art. 57 CE), y su figura se regula en un RD 1368/1987. Es la heredera por ser la mayor entre hermanas, pero si hubiera un varón la CE todavía le daría la primacía en la sucesión al trono (art. 57.1 CE).

El coste de la monarquía española

La Casa Real (art. 65 CE) es una estructura administrativa cuya función es constituir la infraestructura de apoyo a las funciones del Rey, pero no es un órgano del estado. Para dicha tarea goza de dotación económica (art. 65 CE) a cargo de los Presupuestos Generales del Estado, además de normativa interna, regulación de regalos institucionales u obligaciones de transparencia (RD 297/2022).

Actualmente, la dotación presupuestaria de la que goza es algo más de 8 millones de euros (8M€), a lo que se añaden otras partidas de diversos ministerios (Exteriores, Interior, Defensa, Patrimonio, por ejemplo). Con ser importante, esta cifra es inferior al coste de otras monarquías europeas (Bélgica, 43M€; Países Bajos, 54M; Reino Unido, 86M) e incluso que la jefatura de Estado de otras repúblicas (Alemania 47M; Francia, 125M; Italia, 224M).

Esta modestia presupuestaria de la monarquía española (8M€), que no ha sido óbice para que el Emérito amase una fortuna estimada en 2.000M de euros, habla tanto de la debilidad de la institución como de la cicatería de nuestras élites gobernantes, de la valoración de mercado de la actividad regia, o de su eficiencia.

Recapitulación

La forma política del estado capitalista español actual, la monarquía burguesa parlamentaria, se nos presenta como un fenómeno singular en la evolución capitalista contemporánea: se impone a pesar de ser minoritaria y estar en retroceso. Además, se trata de una institución que contradice algunos de los valores en que se basa el propio estado. Para más inri, fue la forma que la dictadura franquista había propuesto para el futuro de España; por no hablar de la estrecha relación entre la dictadura y la persona de Juan Carlos. 

A pesar de estos “inconvenientes”, el estado democrático español hubo de adoptar esta contradictoria forma concreta, la monarquía. Rastreando en la historia española observamos, tras las idas y venidas del régimen político, una extendida ideología monárquica entre la sociedad, entre las diversas clases sociales, entre las élites gobernantes y la clase trabajadora (o su forma constitucional, el pueblo). 

La pregunta que se nos plantea tiene que ver con los fundamentos materiales de este sentimiento, con la estructura económica que lo soporta y de la que brota; o de otra forma, por qué la sociedad española, particularmente el pueblo español, tiene esta ideología monárquica. Esa es la línea que transitaremos en la próxima colaboración.


jueves, 20 de noviembre de 2025

Por una lectura política del libro II de El Capital

A Tomás y a las personas que hemos compartido la lectura del segundo libro de El Capital en el marco del CICP


Introducción y contexto

Cuando alguien termina la lectura del libro I de El Capital, se le plantea la cuestión de iniciar la lectura del libro II.

Éste, cuyo título es El proceso de circulación del capital, es el gran olvidado. A su carácter provisional (son apuntes ordenados por Federico Engels), se une que parece técnico (contabilidad de empresas, cuentas nacionales). Aquí, sin embargo, reivindicaremos su carácter político.

Así que nuestra pregunta inicial nos remite a “por qué leer el libro II”, y qué relación guarda con el libro I. Por ello, quizás convenga empezar por éste.

El libro I de El Capital y la producción

¿Por qué Marx investiga la producción capitalista? Tras analizar la mercancía y determinar el valor como el trabajo abstracto socialmente necesario realizado de manera privada e independiente, se enfrenta a la circulación del capital en su forma general (D-M-D’, donde D es dinero, M mercancía y D’ es dinero aumentado) o valor que se valoriza. El plusvalor, la diferencia entre D’ y D, ya está ahí, pero no se explica. Para ello, nuestro autor tendrá que abandonar la esfera de la circulación y adentrarse en la “morada oculta” de la producción. 

Porque el plusvalor es valor y éste se genera en la producción. Marx examinará el proceso de producción y descubrirá el secreto del plusvalor: la fuerza de trabajo genera (valor añadido) más valor de lo que cuesta (salario), o sea es explotada.

A partir de ahí, nuestro autor, mirará las diferentes formas de aumentar el plusvalor (absoluta y relativa), la medida de la explotación (tasa de plusvalor), hasta llegar a la producción de capital a través del plusvalor (acumulación). Se detendrá ahí descubriendo la ley general de la acumulación de capital que explica la polarización de la riqueza capitalista, la formación del ejército laboral de reserva (desempleo) y el destino histórico del capitalismo: ser superado a través de la acción revolucionaria de la clase obrera. 

Podría pensarse que ya está todo dicho. Sin embargo, la realidad desborda el marco del libro I. En mi opinión, faltan elementos para comprender el movimiento real del capital, algunos serán objeto de estudio en el libro II. 

Y es que el conocimiento dialéctico consiste en reproducir idealmente la necesidad del movimiento real del capital. No se trata de idear un modelo más o menos ajustado a los datos observados, como hace la teoría, sino de seguir el curso del capital en la realidad.

De la producción a la circulación, o la relación entre el libro I y el II

El capital en la producción señala la necesidad de la circulación, entendida como unidad de la producción, el cambio y el consumo, y con ello fundamenta la conexión formal de los libros I y II de El Capital. 

Por un lado, el resultado de la producción es una mercancía que ha de venderse (cambio) para realizar su valor y, con él, convertir el plusvalor en dinero. Este reflujo del dinero permite al capitalista reiniciar el ciclo. Por otro lado, la continuidad de la producción (reproducción), requiere la compra (cambio) de medios de producción y fuerza de trabajo.

La circulación del capital no es un capricho de los capitalistas, o sus élites, tampoco una etapa prescindible a discreción, aún en pro de otros objetivos (economía productiva, empleo de calidad, pongamos por caso), dentro del modo de producción capitalista. La circulación del capital es la forma concreta necesaria de la producción del capital. 

Dicho de manera abrupta: el capital no termina en la fábrica, sino que prolonga su existencia en el super, el banco, el seguro, en los proveedores y en el mercado laboral, e incluso apunta a ámbitos menos empresariales como la familia o el estado. La unidad de la producción, el consumo y el cambio, la circulación del capital, es el movimiento real del capital.

Algunos asuntos pendientes del libro I

El libro I deja abiertos problemas que no resuelve, algunos ligados a la circulación de la que se abstrae.

Allí el capital siempre encuentra medios de producción y fuerza de trabajo, también mercados para la venta de sus productos, carece del problema de la financiación, del aprovisionamiento, de la logística, etcétera. Cuestiones en primer plano en el libro II. 

Otras son más generales, menciono dos, que no debería perder de vista un atento lector. La primera es que el libro I nos presenta al capital en dos formas contradictorias: como masa de valor indiferenciado (dinero) que busca valorizarse y como masa de valor diferenciada en capital constante y capital variable. Esta contradicción volverá a aparecer en el libro II encontrando una vía para su desarrollo.

Otro punto importante es la relación entre el capital individual y el capital social (conjunto de capitales individuales), y la disputa por la condición de sujeto, ambivalencia que apareció en el libro I y resurge en el libro II con nuevos elementos.

¿De qué va el Libro II?

El objeto de estudio es el movimiento del capital en la circulación. La producción no desaparece, pero ya ha sido investigada (libro I), así que el foco se pone en los elementos nuevos: cambio (compra y venta), el ahorro, la financiación, incluso el consumo y, sobre todo, el movimiento en su conjunto.

El capital aparece en sus distintas formas (dineraria, productiva y mercantil), mutando de unas a otras (metamorfosis) en un orden determinado (ciclo del capital) que se reitera (rotación). Para garantizar la continuidad de la producción (maximizar el plusvalor) se desembolsa (capital adelantado) según los tiempos de circulación y de producción. 

Finalmente, Marx analiza la circulación del producto social. Esto implica su producción, su cambio y su consumo. Por su valor de uso, el producto social se divide en medios de producción y medios de vida, elaborados por los sectores productores respectivos. A la vez, el valor de la producción de cada sector integra el capital mercantil que se descompone en capital constante, capital variable y plusvalor. Sobre esta base se construyen los esquemas de reproducción social, que representan la circulación del producto social (y del plusproducto) para establecer las condiciones intersectoriales de la unidad del metabolismo social, la circulación del capital total.

Así, Marx investiga las determinaciones del obrero en la circulación; no solo como estricto productor, sino como realizador del trabajo de la circulación y proporciona el marco para entenderlo como comprador, ahorrador, inversor y consumidor (productor de fuerza de trabajo). El libro II es el lugar para discutir las luchas, no solo laborales, también consumeristas, antifinancistas, ecologistas, o feministas, entre otras.

Por qué leer el libro II

Llegados a este punto, la pregunta de por qué leer el libro II encuentra una respuesta más clara.

No es solo que permite comprender fenómenos empresariales como la liquidez, los cobros y pagos, los inventarios, los cuellos logísticos, o por qué una empresa rentable puede quebrar por problemas de caja; o cómo funcionan cadenas de valor, el just in time, amortización acelerada o finanzas. Todo ello en relación directa con el libro II.

Es, también, que nos permite ver, tras cada movimiento de un capital individual (un despido o una huelga), el movimiento del capital en su rama (competencia), en la economía nacional (política gubernamental) y mundial (geopolítica). 

Dando paso, el libro II, a una comprensión más política de la circulación del capital que parte de un conocimiento aún más concreto de la relación social general objetivada que rige las sociedades modernas, el capital. Así, profundizamos en el conocimiento de la clase obrera como el sujeto social que porta la capacidad para superar el capitalismo.

Por tanto, de manera más individual, tomamos conciencia de nuestras capacidades y límites como miembros de este sujeto, y como portadores concretos de su determinación histórica. Lo que nos sitúa ante nuestra propia acción política y sus determinaciones.

Recopilación y cierre

Con mayor o menor acierto, hemos recorrido el camino desde el valor hasta el capital en la circulación, pasando por el capital en la producción. En esta reproducción ideal del movimiento real del capital vemos que el capital en la producción se afirma a través de su propia negación, afirmándose como capital en la circulación. 

El libro II es la continuación, profundización y concreción del libro I: lo asume, lo incorpora, y lo tasciende. Si el libro I nos muestra cómo se produce el valor (y el plusvalor), el libro II nos explica cómo circula por toda la sociedad, sin excluir ningun ámbito, por particular que sea.

Éste nos pone de frente la omnipresencia del capital en la sociedad actual: comercio, producción, finanzas, consumo, familia, estado. El capital, una particular forma histórica del metabolismo social, rige la sociedad; por tanto, nos rige en cuanto individuos sociales. El capital es el todo de la sociedad.

El mayor proyecto por comprender eso (la obra de Marx) no está concluido y continua pendiente. El libro II de El Capital es una parte imprescindible, y aún espera. Nuestra propuesta es doble: una lectura más política del libro II y avanzar en su terminación.

Una expresión de cuán cerca estamos de la superación del capitalismo es la capacidad para elaborar la conciencia que lo habilite; las condiciones sociales, que tornarán necesario el socialismo, dependen menos de cada uno de nosotros que nutrir ese conocimiento dialéctico imprescindible para este salto mortal de la humanidad.

domingo, 16 de noviembre de 2025

El FOESSA 2025 y la ley de la acumulación de capital (y II)

El IX Informe FOESSA de 2025, ya vimos, presenta un panorama desgarrador, desolador y demoledor: la clase obrera española está peor que hace pocos años; cada recuperación de una crisis acrecienta la desigualdad; las políticas públicas, a pesar de contar con mas recursos, son menos efectivas.


En la primera entrada nos acordábamos de Federico Engels y su obra sobre la situación de la clase obrera inglesa, porque se trataba de describir. Pero, ahora, se trata de explicar; por lo que nuestro recuerdo muda y se deposita en el autor de El Capital, Carlos Marx, descubridor de la ley general de la acumulación de capital (El Capital, año 1867).


En lo que sigue quisiera entrar en un diálogo amablemente crítico con el Informe, en torno a cuatro aspectos importantes, aunque sea de manera general: cómo sabemos la situación (método), en qué situación estamos (diagnóstico), por qué estamos así (etiología) y cómo cambiar la situación (tratamiento). Termino con una propuesta. 


Metodología y etiología vs dialéctica materialista

El enfoque del Informe es empírico: segmenta la realidad social en 8 áreas (empleo, consumo, vivienda, salud, educación, participación política, aislamiento social y conflicto social); pasa una encuesta a miles de hogares con 37 indicadores; y, según las respuestas, sintetiza la situación clasificándolos como integración plena, integración precaria, exclusión moderada y exclusión severa. Además, realiza una investigación cualitativa sobre historias personales de ascenso y caída en la exclusión, que se complementa con un enfoque de derechos y una lectura estructural del problema. 

Esto permite una medición muy detallada de los fenómenos sociales, pero no dice por qué se dan: la explicación es exógena, recurriéndose a teorías sociales con supuestos, excepciones y validez acotados.

FOESSA mide, la dialéctica materialista explica. Este método mira el fenómeno social y se pregunta por su necesidad, atravesando así las formas concretas mediante el análisis y, posteriormente, vuelve a recorrerlas en sentido inverso mediante la síntesis, pero ahora explicándolas como determinadas por su contenido. Así, se reproduce idealmente al fenómeno social, de modo que la explicación del fenómeno (contenido) y su medición estadística (forma), son endógenos al proceso investigador.


Diagnóstico y crítica del capitalismo

El diagnóstico del Informe no solo es desgarrador por la nefasta situación que plantea (casi un 20 por ciento de los hogares está excluido, 30% jóvenes y menores), desolador por la negativa evolución (la exclusión aumentó 3 puntos en 2018-2024). Y demoledor, porque ese resultado se produce en un contexto de crecimiento económico, de gobierno central progresista (no así los autonómicos) y de expansión de las políticas sociales (SMI, IMV, pensiones al IPC, escudo social COVID-19, medidas antiinflación como bono social y transportes, leyes feministas, ley de vivienda, entre otras). En corto: gastamos más para obtener menos.

Situación FOESSA (hogares)

2007

2013

2018*

2024

Integración plena

46,3 %

36,7 %

49,0 %

45,0 %

Integración precaria

37,8 %

41,2 %

34,6 %

35,7 %

Exclusión moderada

10,3 %

13,3 %

10,1 %

10,5 %

Exclusión severa

5,6 %

8,7 %

6,3 %

8,8 %

Fuente: EINSFOESSA (Resumen IX FOESSA 2025). 2018: serie metodológica nueva.


El Informe se pregunta por qué las políticas públicas no son efectivas, respondiéndose: sistema de políticas sociales (prestaciones insuficientes, burocracia y divisiones entre administraciones), por un lado; y, por el otro, aduce la falta de recursos ante lo que demanda más impuestos. Sin entrar en que el estado está relacionado con el capital (es un estado capitalista), cuestión que no toca el Informe, digamos algo respecto de las respuestas de FOESSA.


En cuanto a lo segundo: los males del capitalismo se arreglan con dinero (típico, algún día se nos ocurrirá arreglar la sociedad sin pedir más dinero). Pues sí, bienvenidos al capitalismo. Lo que hay que explicar es por qué la sociedad capitalista española del siglo XXI no está dispuesta a dar más dinero para atender la exclusión; podemos seguir estrujando a las clases “medias”, o pedir algo más de resignación a los excluidos, pero al final tropezamos con la avaricia capitalista. Y por qué son avaros, porque es la forma de sobrevivir bajo la competencia y la propiedad e interés privados (Marx, 1846). Pero, ahí no llega el Informe. 


En relación a lo primero, el problema de las políticas sociales es que el sistema social es insuficiente. Más allá de la crítica subrepticia a los políticos y a los funcionarios, la pregunta es: por qué es insuficiente el sistema de protección social. Pues porque tiene pocos recursos, con lo que volvemos arriba. 


En cuanto a la crítica a los políticos y los funcionarios; estos no caen del cielo, son elegidos por la ciudadanía. La pregunta entonces es por qué la ciudadanía, activa electoralmente, vota a unos políticos que no se ponen de acuerdo, o hacen triquiñuelas, para hacer políticas que les jode la vida; por qué no participan en las elecciones, o no se organizan, o no se movilizan. Algo tendrá que ver la ideología (y por qué esa ideología): se llama enajenación en el capital, que brota de la materialidad de la organización social. Esto no se destaca en el FOESSA.


El desempleo y la ley de la acumulación de capital

Asi, por ejemplo, con el fenómeno del desempleo, el Informe proporciona una estupenda radiografía del empleo y el desempleo en el ámbito de las familias españolas. Pero, para explicarlo, tiene que usar las diferentes y variadas teorías que las ciencias sociales proporcionan: estructura productiva, estacionalidad de la demanda, cultura empresarial de la rotación, tecnología, hambre de cualificación, infravaloración de determinados sectores, etc.

En contraposición, la dialéctica materialista permitió a Marx, en su investigación sobre el capital, explicar el desempleo como un fenómeno endógeno al desarrollo capitalista, aportando estadísticas que ilustraban su investigación. 

¿Por qué el capitalismo condena a una buena parte de la clase obrera al desempleo primero, y a la pobreza, la exclusión, después? 

La acumulación de capital, o sea el crecimiento económico capitalista, produce y agranda la desigualdad y la exclusión. La búsqueda del máximo beneficio, como imperativo de la supervivencia en el marco de la competencia y la propiedad privada de los medios de producción, conduce a la innovación tecnológica. Así, los capitalistas incrementan su productividad mejorando su competitividad y obteniendo ganancias extraordinarias. Posteriormente, la nueva técnica se extiende generalizando el crecimiento de la productividad y empujando al desempleo a parte de la fuerza de trabajo, que pasa a engrosar las filas del ejército laboral de reserva (desempleo).

La mera existencia del ejército laboral de reserva presiona a los salarios a la baja, que solo puede compensarse mediante organizaciones de los trabajadores que lo frenen (hay de todo).


Tratamiento sintomático y programa de transición

Las medidas urgentes que plantea el Informe no tienen nada que envidiar al documento congresual o programa electoral de cualquier organización de izquierdas, o con sensibilidad social. Al parecer son más avanzadas que la agenda gubernamental de los actuales dirigentes políticos (centrales y autonómicos). 

Recordemos algunas relativas al empleo: reducir la temporalidad y la parcialidad involuntaria, fortalecer la negociación colectiva, acompañar el trabajo con formación y cuidados.

Todas guai, pero ninguna evita el despido ni garantiza la contratación, por eso no evitan el desempleo, la debilidad estructural de la fuerza de trabajo ni la presión a la baja de los salarios, la pobreza y la exclusión.

Bajo mi punto de vista, estas son medidas urgentes y necesarias para frenar la sangría de la clase obrera baja, pero sobre todo para preparar el terreno de lo que ha de ser la verdadera transformación de la sociedad, la revolución social que supere el capitalismo. Deben permitir adquirir la conciencia, la organización y la fuerza que posibiliten dar ese salto mortal de la sociedad. Pero, eso no se destaca en el Informe.


Pronóstico y socialismo

FOESSA admite que estas medidas urgentes no detienen el “futuro que estamos construyendo”: una sociedad del desasosiego y del miedo, cercana al caos. Por eso reclama un cambio de paradigma: lógicas predistributivas, lógica de lo común, ética del trabajo, interdependencia y ecodependencia, profundizar la democracia, desacelerar, entre otras. Pide la intervención de todos y un nuevo pacto social basado en equidad, corresponsabilidad y producción de lo común. No basta crecer en PIB o tecnología, se trata de garantizar vida digna, solidaridad y participación efectiva. 


Todo eso me suena más a socialismo que a capitalismo. Cierto que el Informe no habla de expropiar los medios de producción y ponerlos al servicio de toda la sociedad (y no al de unos cuantos); tampoco de planificación que permita organizarlos para posibilitar dicho servicio. Antes hay que convencer a la clase capitalista y sus partidarios de que tienen que ceder sus privilegios porque hay pobres o excluidos, que ellos conocen mejor que nadie, desde hace cientos de años. Del cómo se hace eso, tampoco lo destaca el Informe.


Conclusión y propuesta

El FOESSA 2025 es una rica (y desgraciada) fuente de conocimiento sobre la situación y evolución de la clase trabajadora española; además es un llamado urgente a la acción (de todos, personas, organizaciones y gobiernos). 

Los que nos reclamamos de la superación del capitalismo deberíamos asir, en una mano, el Informe y, en la otra aún con más fuerza, la bandera del socialismo. Quizás avanzando al nivel de concreción que plantea el propio Informe (cuidados, común, participación,...), añadiendo nuestro bagaje centenario de luchas anticapitalistas y experiencias relacionadas con el socialismo (URSS, China, municipalismo emancipador). Lo que incluye la centralización de la propiedad de los principales medios de producción, la creación de empresas públicas y la planificación de la economía, que garanticen la satisfacción de las necesidades básicas de toda la población.

jueves, 13 de noviembre de 2025

La situación de la clase obrera española y el Informe FOESSA (I)

 

El IX Informe FOESSA de 2025 me ha traído al recuerdo la obra de Federico Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra, que allá por 1845 expusiera y denunciara las condiciones de vida de las familias trabajadoras inglesas. Desde la salud hasta las condiciones de trabajo, pasando por la educación, la vivienda, Engels desgrana la miserable vida de las familias generadoras de la riqueza social, que la clase burguesa se apropiaba despiadadamente. Además, cuenta que el maquinismo, la revolución industrial, que multiplicó varias veces la producción material, significó un mayor empobrecimiento para la clase trabajadora.


Quién es FOESSA y por qué hace un informe

Igual de desgarrador y demoledor es el nuevo Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social en España (https://www.foessa.es/ix-informe/) que, elaborado por más de quinientos voluntarios, académicos y técnicos, y con más de 700 páginas, nos proporciona la fundación. Además, el informe se acompaña de un resumen de más de 100 páginas (https://www.caritas.es/main-files/uploads/2025/10/IX-Informe-FOESSA-resumen.pdf), en el que nos hemos basado para esta entrada, así como informes regionales que se publicarán próximamente.

Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada (FOESSA) es una fundación promovida por Cáritas Española, vinculada a Caritas Internationalis, una organización de carácter humanitario, creada en Alemania (1897) y perteneciente a la Iglesia Católica.

Tal como se indica en la Presentación el Informe analiza y comprende las transformaciones sociales de nuestro país para contribuir activamente a su mejora proponiendo un giro hacia un nuevo modelo que ponga la justicia social y el bien común en el centro de las políticas públicas.

Por nuestra parte, divulgamos las conclusiones del informe y más adelante haremos una modesta aportación al debate que plantea. Ni que decir tiene que nuestra exposición no hace justicia al informe, rico en datos (evolución y comparación con la UE) y en descripciones.

A continuación presentamos una síntesis de los apartados que aparecen en el Resumen del Informe FOESSA.


Una sociedad en transformación

España se nos presenta como una sociedad con grandes contradicciones: crece la macroeconomía (incluso el empleo) mientras aumenta la vulnerabilidad social; vivimos una modernización tecnológica a la vez que se agranda la inseguridad, la incertidumbre y la polarización. Ello está configurando la sociedad del desasosiego, en la que la exclusión deja de ser un accidente y se constituye en un rasgo estructural del modelo socioeconómico español.

Señala una serie de grandes transformaciones sociales que se han dado en las últimas décadas: recomposición de clases (de la clase media y disolución de la identidad obrera), expansión de la educación universitaria, transición migratoria (dejamos de emigrar para recibir inmigrantes), incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral (perduran la doble jornada y las desigualdades de género), revolución tecnológica, el empleo ya no garantiza la integración, la vivienda se ha convertido en factor de exclusión, el envejecimiento poblacional junto a la baja natalidad cuestionan la sostenibilidad del bienestar, cambio cultural (pluralismo, secularización y diversidad familiar).

Todo ello ha provocado un cambio en la cohesión social caracterizada por identidades troceadas y debilitamiento de los lazos de solidaridad.


Desigualdad y estructura social

En este bloque se expone una radiografía de las brechas socioeconómicas y de la creciente polarización de rentas y patrimonios.

1. Desigualdad estructural persistente, a pesar del crecimiento macroeconómico a partir de 2015, evidenciando la inefectividad de las políticas redistributivas. El índice de Gini en 2024 ascendió a 33,1 superior al 32,4 de 2007.

2. Vivienda (hipotecas, alquileres, desahucios, sintecho): eje central de la nueva desigualdad (jóvenes). Es un factor que limita la autonomía y movilidad social. El porcentaje de población que destina más del 40 por ciento de sus ingresos a vivienda fue en 2024 de casi el 30 (en 2007 era el 22%).

3. Sistema redistributivo con escasa capacidad correctora: las prestaciones contributivas (pensiones, desempleo) funcionan, pero las no contributivas (familia, vivienda, ingreso mínimo) son insuficientes y fragmentadas, perjudicando a la infancia. Además, el sistema fiscal menos progresivo de lo que se dice. La eficacia redistributiva (reducción de pobreza gracias a transferencias sociales) fue en 2024 del 21 por ciento (en 2007 fue del 31%).

4. Pobreza crónica y multidimensional: la pobreza relativa (ingresos inferiores al 60% de la renta mediana) fue en 2024 de casi el 21 por ciento (en 2007 no llegaba al 20%); la pobreza persistente (seguir más de cuatro años seguidos en la pobreza) estaba en el 10,4% de los hogares (en 2007 eran el 7,6%).

5. Concentración de riqueza y fragilidad económica. El 10 por ciento más rico concentra más de la mitad del patrimonio nacional (en 2007 poseía el 44%); casi la mitad de hogares carece de ahorros para afrontar un mes de imprevistos. Los nuevos empleos son precarios.

6. El origen familiar determina el destino social, desmintiendo la idea de que la posición socioeconómica depende del esfuerzo personal (meritocracia) y la reproducción intergeneracional de la desigualdad. El porcentaje de personas que superaban el nivel educativo y ocupacional de sus padres fue en 2024 del 34 por ciento (en 2007 del 43%).

7. Desigualdad territorial y transición energética. El mapa español de la pobreza no ha cambiado: el norte rico y el sur (Andalucía, Extremadura, Canarias) pobre (mayor concentración de la exclusión). Así la tasa AROPE (mide el riesgo de pobreza y exclusión) en Andalucía pasó de 34% en 2007 a 35,6% en 2024. Por otro lado, la transición energética penaliza a los hogares vulnerables elevando sus costes de energía y movilidad.

8. La infancia y la juventud como grandes perdedores. La fractura generacional es alarmante: la infancia significa un tercio de la exclusión severa, unos 2,5 millones de jóvenes están instalados en la precariedad estructural, a la vez que los mayores de 65 años (pensiones y vivienda en propiedad) son el grupo con menor exclusión. La exclusión severa en menores de 16 años pasó de 6,8% (2007) a 15,4% en 2024.


Síntesis de la evolución (2007-2024)

Dimensión

2007

2015

2024

Tendencia

Índice Gini

32,4

34,7

33,1

Desigualdad estructural persistente

Sobreesfuerzo vivienda (%)

22

30

29

Encarecimiento estable

Eficacia redistributiva (%)

31

25

21

Caída continuada

Pobreza relativa (%)

19,7

22,3

20,8

Ligera mejora desde 2015

Pobreza persistente (%)

7,6

10,4

Más cronificada

Riqueza 10 % superior (%)

44

49

52

Creciente concentración

Movilidad ascendente (%)

43

36

34

Descenso estructural

Pobreza energética (%)

14

18

19

Sin revertir la subida

Exclusión severa infantil (%)

6,8

13,5

15,4

Duplicada en 17 años


La dinámica de la exclusión social en España

El tercer capítulo examina los resultados de la Encuesta sobre Integración y Necesidades Sociales (EINSFOESSA) que, desde 2007, mide 37 indicadores de exclusión (empleo, vivienda, salud, educación, redes, etc). A partir de estos indicadores se construyen los índices de exclusión, cuyos resultados aparecen en la tabla (indicar que en 2018 hay un cambio en la metodología, lo que no permite comparar con rigor con datos anteriores).

Según la serie, cada crisis amplía la fractura social y las recuperaciones no consiguen cerrarla. En 2024 la exclusión severa era un 52 por ciento superior a la de 2007.

La exclusión no es un fracaso individual sino el resultado de estructuras económicas y políticas que generan vulnerabilidad. La exclusión severa afecta al 9 por ciento (más de 4 millones de personas), y la exclusión moderada a un tercio de la población.

El empleo ya no protege; asistimos a una polarización laboral en la que coexisten empleos altamente cualificados bien pagados junto a una mayoría de trabajos precarios, parciales y mal remunerados.

Los servicios sociales son insuficientes; la vivienda actúa como trampa que absorbe la mayor parte del ingreso abocando a la inseguridad alimentaria o material; la inseguridad residencial (hipotecas cuantiosas, alquileres por las nubes, desahucios, sin techo) impacta directamente en la salud mental y las posibilidades de emprender un proyecto vital autónomo para los jóvenes; los hijos de padres con baja formación y que trabajan antes de los 18 años duplican el riesgo de repetir el ciclo de exclusión; solo el 3 por ciento de los hogares en exclusión severa pueden permitirse clases de idiomas externas frente al 15 por ciento de los integrados.

En la sociedad hiperconectada aparece el muro de la brecha digital (falta de conectividad o de competencias digitales) que limita el acceso al empleo, la educación y los servicios públicos, mostrándose otro determinante de la exclusión.

La exclusión se agrava en las nuevas generaciones: en 2024 la infancia (15,4%) y la juventud (11%) viven en exclusión severa, el doble que en 2007.

Aparecen nuevos fenómenos que amplían el mapa de la exclusión: la inseguridad alimentaria afecta al 38 por ciento de los hogares mientras las ayudas son fragmentadas y asistenciales; el 21 por ciento no puede mantener una temperatura adecuada (pobreza energética); el 17 por ciento padece privación material; una buena parte de los hogares vive sin red financiera (endeudamiento y falta de activos).


Situación FOESSA (hogares)

2007

2013

2018*

2024

Integración plena

46,3 %

36,7 %

49,0 %

45,0 %

Integración precaria

37,8 %

41,2 %

34,6 %

35,7 %

Exclusión moderada

10,3 %

13,3 %

10,1 %

10,5 %

Exclusión severa

5,6 %

8,7 %

6,3 %

8,8 %


Las políticas sociales en España

El Estado de Bienestar, que goza de fuerte respaldo ciudadano, funciona a baja intensidad y amenazado (geopolítica, privatizaciones, individualismo, debilidad fiscal).

El sistema sanitario acusa fracturas estructurales y dinámicas privatizadoras; el modelo de cuidados debe transitar del hogar a la responsabilidad comunitaria; la vivienda exige respuesta decidida, estructural y coordinada; las pensiones requieren un pacto intergeneracional; y el Ingreso Mínimo Vital, aunque duplica cobertura, arrastra problemas de acceso, permanencia y desigualdades territoriales. El capítulo cierra con una reforma fiscal pendiente: demandas crecientes del bienestar chocan con una base fiscal obsoleta e insuficiente, principal grieta estructural del modelo.


Confianza en el modelo de bienestar y capital social

Se extiende la percepción de una democracia ineficaz y desconectada, que alimenta desafección y desapego institucional además de erosionar el compromiso cívico. A la vez hay un amplio respaldo a sanidad, educación y pensiones, lo que preserva una legitimidad social estable, pero sostenerla requiere reconstruir la confianza en el sistema fiscal. La participación asociativa cae y la pobreza agrava el aislamiento. La juventud es pesimista ante la precariedad laboral, las dificultades con la vivienda y las dudas sobre las pensiones. La proliferación de noticias falsas polariza y socava la credibilidad informativa erosionando la verdad compartida necesario para el diálogo democrático.

Termina el apartado reclamando corresponsabilidad y consensos estables para un proyecto de bienestar común legítimo y sostenible.


El futuro que estamos construyendo

Estamos en la sociedad del miedo, en la que la inseguridad se normaliza, se alimenta el “sálvese quien pueda” y erosiona la confianza democrática. El Informe aboga por lógicas predistributivas que prevengan la desigualdad, así como la producción de lo común regulando complementariamente lo público y lo privado, lo individual y lo colectivo. Plantea reconocernos interdependientes y ecodependientes, recuperar la ética del trabajo desligado del empleo, rechazar el falso debate sociedad vs estado. Propone, finalmente, entrar en la lógica de lo común para profundizar la democracia. Llama a desacelerar frente a la vida acelerada, las identidades excluyentes y las noticias falsas. Invita a reaccionar individual y colectivamente, superar el repliegue y construir un futuro justo, sostenible y común.


Propuestas inmediatas y operativas

Extractamos algunas de las propuestas inmediatas que se plantean en el Informe:

- Empleo: reducir la temporalidad y la parcialidad involuntaria, fortalecer la negociación colectiva, acompañar el trabajo con formación y cuidados.

- Ingresos: ampliar y simplificar el Ingreso Mínimo Vital, y vincularlo a itinerarios personalizados de inserción; aumentar las prestaciones familiares y la cobertura infantil.

- Vivienda: expandir el parque público de alquiler; regular precios en zonas tensionadas; coordinar políticas territoriales diferenciadas.

- Salud: reducir listas de espera y desplegar una estrategia nacional de salud mental comunitaria.

- Educación: universalizar la educación infantil y combatir la segregación escolar; reducir abandono temprano.

- Igualdad y transición energética. Políticas específicas para mujeres, población gitana y migrante. Transición energética justa con participación de comunidades locales.

- Reforma fiscal y predistributiva: fiscalidad progresiva real, políticas que prevengan la desigualdad para evitar intentar corregirla ex post.



Una realidad, muchas disciplinas, una ciencia

Dos debates que conviene separar En un artículo anterior , en el marco de una discusión sobre el conocimiento de la realidad, me despachaba ...