El IX Informe FOESSA de 2025 me ha traído al recuerdo la obra de
Federico Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra, que
allá por 1845 expusiera y denunciara las condiciones de vida de las familias trabajadoras inglesas. Desde la salud hasta las condiciones de
trabajo, pasando por la educación, la vivienda, Engels desgrana la
miserable vida de las familias generadoras de la riqueza social, que
la clase burguesa se apropiaba despiadadamente. Además, cuenta que
el maquinismo, la revolución industrial, que multiplicó varias
veces la producción material, significó un mayor empobrecimiento
para la clase trabajadora.
Quién es FOESSA
y por qué hace un informe
Igual de desgarrador
y demoledor es el nuevo Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social
en España (https://www.foessa.es/ix-informe/)
que, elaborado por más de quinientos voluntarios, académicos y
técnicos, y con más de 700 páginas, nos proporciona la fundación.
Además, el informe se acompaña de un resumen de más de 100 páginas
(https://www.caritas.es/main-files/uploads/2025/10/IX-Informe-FOESSA-resumen.pdf),
en el que nos hemos basado para esta entrada, así como informes
regionales que se publicarán próximamente.
Fomento de Estudios
Sociales y Sociología Aplicada (FOESSA) es una fundación promovida
por Cáritas Española, vinculada a Caritas Internationalis, una
organización de carácter humanitario, creada en Alemania (1897) y
perteneciente a la Iglesia Católica.
Tal como se indica
en la Presentación el Informe analiza y comprende las
transformaciones sociales de nuestro país para contribuir
activamente a su mejora proponiendo un giro hacia un nuevo modelo que
ponga la justicia social y el bien común en el centro de las
políticas públicas.
Por nuestra parte,
divulgamos las conclusiones del informe y más adelante haremos una
modesta aportación al debate que plantea. Ni que decir tiene que
nuestra exposición no hace justicia al informe, rico en datos
(evolución y comparación con la UE) y en descripciones.
A continuación
presentamos una síntesis de los apartados que aparecen en el Resumen
del Informe FOESSA.
Una sociedad en
transformación
España se nos
presenta como una sociedad con grandes contradicciones: crece la
macroeconomía (incluso el empleo) mientras aumenta la vulnerabilidad
social; vivimos una modernización tecnológica a la vez que se
agranda la inseguridad, la incertidumbre y la polarización. Ello
está configurando la sociedad del desasosiego, en la que la
exclusión deja de ser un accidente y se constituye en un rasgo
estructural del modelo socioeconómico español.
Señala una serie de
grandes transformaciones sociales que se han dado en las últimas
décadas: recomposición de clases (de la clase media y disolución
de la identidad obrera), expansión de la educación universitaria,
transición migratoria (dejamos de emigrar para recibir inmigrantes),
incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral (perduran la
doble jornada y las desigualdades de género), revolución
tecnológica, el empleo ya no garantiza la integración, la vivienda
se ha convertido en factor de exclusión, el envejecimiento
poblacional junto a la baja natalidad cuestionan la sostenibilidad
del bienestar, cambio cultural (pluralismo, secularización y
diversidad familiar).
Todo ello ha
provocado un cambio en la cohesión social caracterizada por
identidades troceadas y debilitamiento de los lazos de solidaridad.
Desigualdad y
estructura social
En este bloque se
expone una radiografía de las brechas socioeconómicas y de la
creciente polarización de rentas y patrimonios.
1. Desigualdad
estructural persistente, a pesar del crecimiento macroeconómico a
partir de 2015, evidenciando la inefectividad de las políticas
redistributivas. El índice de Gini en 2024 ascendió a 33,1 superior
al 32,4 de 2007.
2. Vivienda
(hipotecas, alquileres, desahucios, sintecho): eje central de la
nueva desigualdad (jóvenes). Es un factor que limita la autonomía y
movilidad social. El porcentaje de población que destina más del 40
por ciento de sus ingresos a vivienda fue en 2024 de casi el 30 (en
2007 era el 22%).
3. Sistema
redistributivo con escasa capacidad correctora: las prestaciones
contributivas (pensiones, desempleo) funcionan, pero las no
contributivas (familia, vivienda, ingreso mínimo) son insuficientes
y fragmentadas, perjudicando a la infancia. Además, el sistema
fiscal menos progresivo de lo que se dice. La eficacia redistributiva
(reducción de pobreza gracias a transferencias sociales) fue en 2024
del 21 por ciento (en 2007 fue del 31%).
4. Pobreza crónica
y multidimensional: la pobreza relativa (ingresos inferiores al 60%
de la renta mediana) fue en 2024 de casi el 21 por ciento (en 2007 no
llegaba al 20%); la pobreza persistente (seguir más de cuatro años
seguidos en la pobreza) estaba en el 10,4% de los hogares (en 2007
eran el 7,6%).
5. Concentración de
riqueza y fragilidad económica. El 10 por ciento más rico concentra
más de la mitad del patrimonio nacional (en 2007 poseía el 44%);
casi la mitad de hogares carece de ahorros para afrontar un mes de
imprevistos. Los nuevos empleos son precarios.
6. El origen
familiar determina el destino social, desmintiendo la idea de que la
posición socioeconómica depende del esfuerzo personal
(meritocracia) y la reproducción intergeneracional de la
desigualdad. El porcentaje de personas que superaban el nivel
educativo y ocupacional de sus padres fue en 2024 del 34 por ciento
(en 2007 del 43%).
7. Desigualdad
territorial y transición energética. El mapa español de la pobreza
no ha cambiado: el norte rico y el sur (Andalucía, Extremadura,
Canarias) pobre (mayor concentración de la exclusión). Así la tasa
AROPE (mide el riesgo de pobreza y exclusión) en Andalucía pasó de
34% en 2007 a 35,6% en 2024. Por otro lado, la transición energética
penaliza a los hogares vulnerables elevando sus costes de energía y
movilidad.
8. La infancia y la
juventud como grandes perdedores. La fractura generacional es
alarmante: la infancia significa un tercio de la exclusión severa,
unos 2,5 millones de jóvenes están instalados en la precariedad
estructural, a la vez que los mayores de 65 años (pensiones y
vivienda en propiedad) son el grupo con menor exclusión. La
exclusión severa en menores de 16 años pasó de 6,8% (2007) a 15,4%
en 2024.
Síntesis de la
evolución (2007-2024)
Dimensión
|
2007
|
2015
|
2024
|
Tendencia
|
Índice
Gini
|
32,4
|
34,7
|
33,1
|
Desigualdad
estructural persistente
|
Sobreesfuerzo
vivienda (%)
|
22
|
30
|
29
|
Encarecimiento
estable
|
Eficacia
redistributiva (%)
|
31
|
25
|
21
|
Caída
continuada
|
Pobreza
relativa (%)
|
19,7
|
22,3
|
20,8
|
Ligera
mejora desde 2015
|
Pobreza
persistente (%)
|
7,6
|
—
|
10,4
|
Más
cronificada
|
Riqueza
10 % superior (%)
|
44
|
49
|
52
|
Creciente
concentración
|
Movilidad
ascendente (%)
|
43
|
36
|
34
|
Descenso
estructural
|
Pobreza
energética (%)
|
14
|
18
|
19
|
Sin revertir
la subida
|
Exclusión
severa infantil (%)
|
6,8
|
13,5
|
15,4
|
Duplicada en
17 años
|
La dinámica de
la exclusión social en España
El tercer capítulo
examina los resultados de la Encuesta sobre Integración y
Necesidades Sociales (EINSFOESSA) que, desde 2007, mide 37
indicadores de exclusión (empleo, vivienda, salud, educación,
redes, etc). A partir de estos indicadores se construyen los índices
de exclusión, cuyos resultados aparecen en la tabla (indicar que en
2018 hay un cambio en la metodología, lo que no permite comparar con
rigor con datos anteriores).
Según la serie,
cada crisis amplía la fractura social y las recuperaciones no
consiguen cerrarla. En 2024 la exclusión severa era un 52 por ciento
superior a la de 2007.
La exclusión no es
un fracaso individual sino el resultado de estructuras económicas y
políticas que generan vulnerabilidad. La exclusión severa afecta al
9 por ciento (más de 4 millones de personas), y la exclusión
moderada a un tercio de la población.
El empleo ya no
protege; asistimos a una polarización laboral en la que coexisten
empleos altamente cualificados bien pagados junto a una mayoría de
trabajos precarios, parciales y mal remunerados.
Los servicios
sociales son insuficientes; la vivienda actúa como trampa que
absorbe la mayor parte del ingreso abocando a la inseguridad
alimentaria o material; la inseguridad residencial (hipotecas
cuantiosas, alquileres por las nubes, desahucios, sin techo) impacta
directamente en la salud mental y las posibilidades de emprender un
proyecto vital autónomo para los jóvenes; los hijos de padres con
baja formación y que trabajan antes de los 18 años duplican el
riesgo de repetir el ciclo de exclusión; solo el 3 por ciento de los
hogares en exclusión severa pueden permitirse clases de idiomas
externas frente al 15 por ciento de los integrados.
En la sociedad
hiperconectada aparece el muro de la brecha digital (falta de
conectividad o de competencias digitales) que limita el acceso al
empleo, la educación y los servicios públicos, mostrándose otro
determinante de la exclusión.
La exclusión se
agrava en las nuevas generaciones: en 2024 la infancia (15,4%) y la
juventud (11%) viven en exclusión severa, el doble que en 2007.
Aparecen nuevos
fenómenos que amplían el mapa de la exclusión: la inseguridad
alimentaria afecta al 38 por ciento de los hogares mientras las
ayudas son fragmentadas y asistenciales; el 21 por ciento no puede
mantener una temperatura adecuada (pobreza energética); el 17 por
ciento padece privación material; una buena parte de los hogares
vive sin red financiera (endeudamiento y falta de activos).
Situación
FOESSA (hogares)
|
2007
|
2013
|
2018*
|
2024
|
Integración
plena
|
46,3 %
|
36,7 %
|
49,0 %
|
45,0 %
|
Integración
precaria
|
37,8 %
|
41,2 %
|
34,6 %
|
35,7 %
|
Exclusión
moderada
|
10,3 %
|
13,3 %
|
10,1 %
|
10,5 %
|
Exclusión
severa
|
5,6 %
|
8,7 %
|
6,3 %
|
8,8 %
|
Las políticas
sociales en España
El Estado de
Bienestar, que goza de fuerte respaldo ciudadano, funciona a baja
intensidad y amenazado (geopolítica, privatizaciones,
individualismo, debilidad fiscal).
El sistema sanitario
acusa fracturas estructurales y dinámicas privatizadoras; el modelo
de cuidados debe transitar del hogar a la responsabilidad
comunitaria; la vivienda exige respuesta decidida, estructural y
coordinada; las pensiones requieren un pacto intergeneracional; y el
Ingreso Mínimo Vital, aunque duplica cobertura, arrastra problemas
de acceso, permanencia y desigualdades territoriales. El capítulo
cierra con una reforma fiscal pendiente: demandas crecientes del
bienestar chocan con una base fiscal obsoleta e insuficiente,
principal grieta estructural del modelo.
Confianza en el modelo de bienestar y capital social
Se extiende la
percepción de una democracia ineficaz y desconectada, que alimenta
desafección y desapego institucional además de erosionar el
compromiso cívico. A la vez hay un amplio respaldo a sanidad,
educación y pensiones, lo que preserva una legitimidad social
estable, pero sostenerla requiere reconstruir la confianza en el
sistema fiscal. La participación asociativa cae y la pobreza agrava
el aislamiento. La juventud es pesimista ante la precariedad laboral,
las dificultades con la vivienda y las dudas sobre las pensiones. La
proliferación de noticias falsas polariza y socava la credibilidad
informativa erosionando la verdad compartida necesario para el
diálogo democrático.
Termina el apartado
reclamando corresponsabilidad y consensos estables para un proyecto
de bienestar común legítimo y sostenible.
El futuro que
estamos construyendo
Estamos en la
sociedad del miedo, en la que la inseguridad se normaliza, se
alimenta el “sálvese quien pueda” y erosiona la confianza
democrática. El Informe aboga por lógicas predistributivas que
prevengan la desigualdad, así como la producción de lo común
regulando complementariamente lo público y lo privado, lo individual
y lo colectivo. Plantea reconocernos interdependientes y
ecodependientes, recuperar la ética del trabajo desligado del
empleo, rechazar el falso debate sociedad vs estado. Propone,
finalmente, entrar en la lógica de lo común para profundizar la
democracia. Llama a desacelerar frente a la vida acelerada, las
identidades excluyentes y las noticias falsas. Invita a reaccionar
individual y colectivamente, superar el repliegue y construir un
futuro justo, sostenible y común.
Propuestas
inmediatas y operativas
Extractamos algunas
de las propuestas inmediatas que se plantean en el Informe:
- Empleo: reducir la
temporalidad y la parcialidad involuntaria, fortalecer la negociación
colectiva, acompañar el trabajo con formación y cuidados.
- Ingresos: ampliar
y simplificar el Ingreso Mínimo Vital, y vincularlo a itinerarios
personalizados de inserción; aumentar las prestaciones familiares y
la cobertura infantil.
- Vivienda: expandir
el parque público de alquiler; regular precios en zonas tensionadas;
coordinar políticas territoriales diferenciadas.
- Salud: reducir
listas de espera y desplegar una estrategia nacional de salud mental
comunitaria.
- Educación:
universalizar la educación infantil y combatir la segregación
escolar; reducir abandono temprano.
- Igualdad y
transición energética. Políticas específicas para mujeres,
población gitana y migrante. Transición energética justa con
participación de comunidades locales.
- Reforma fiscal y
predistributiva: fiscalidad progresiva real, políticas que prevengan
la desigualdad para evitar intentar corregirla ex post.