1. Introducción
El avance social de los derechos de la mujer, del feminismo, y la
incorporación masiva de la mujer al mercado laboral son fenómenos
bastante evidentes, sin embargo la relación que se establece entre
ambos es controvertida. Algunos incluso la niegan. Nuestra opinión,
que trataremos de fundamentar, es que a pesar de que la cuestión de
género se presente como un fenómeno interclasista, en su
determinación principal responde a una necesidad del capital y, por
tanto, es una modalidad de la lucha de clases. De una forma u otra,
gran parte de los temas incluidos en la agenda feminista (divorcio,
aborto, violencia de género, conciliación, brecha salarial, entre
otros) tienen que ver con la reproducción de la fuerza femenina de
trabajo y con las condiciones de la venta de esta fuerza.
La tesis anterior puede dar cuenta del avance feminista, pero plantea
interrogantes sobre la reacción antifeminista, que es alentada por
determinados sectores ideológicos, partidistas y mediáticos, que no
tienen ningún ánimo de superación del capitalismo. Según
publicaba el CIS más del 40 por ciento de los hombres opinaba que
las políticas de igualdad habían ido demasiado lejos y que se
sentían discriminados.
Así, afrontamos un movimiento contradictorio, que empuja y disuade
el feminismo en el contexto del desarrollo capitalista. Cómo
explicar esta reacción y qué papel juega en el movimiento de la
relación social general, el capital. Porque este es nuestro punto de
partida, vivimos en una sociedad capitalista donde todo está
relacionado con el capital, en la que el capital es la determinación
principal e inmediata.
Esta posición, que admite discusión, además entiende que el
conocimiento, la toma de conciencia, respecto de los fenómenos
sociales nos puede ayudar a organizar una acción consciente y
voluntaria, por tanto libre,
respecto de nuestro futuro. Es una manera de responder al fetichismo
al que nos conduce la enajenación en la mercancía, intrínseca al
modo de producción capitalista, y así convertirnos en autores de
nuestra vida.
En el caso que nos trae, presentaremos el avance feminista a través
de una específica forma de acción estatal como resultado de la
lucha de clases que es la forma en que se desarrolla el capital,
cuyas necesidades se expresan en el mercado laboral, para el caso de
España en los últimos 50 años. Posteriormente, recorreremos el
camino inverso pero en términos abstractos a modo de recapitulación.
2. Leyes
feministas
En este apartado presentaremos la evolución del feminismo, la
expresión ideológica del avance de los derechos de las mujeres, a
través del camino seguido por la legislación, una específica forma
de acción del estado capitalista. Partiremos de la situación
legislativa en la dictadura franquista, por motivos pedagógicos, e
iremos anotando sus cambios hasta los tiempos recientes.
Más allá de la situación de la mujer española en la sociedad, y
en el mercado laboral que luego veremos, entendemos que las leyes
particulares sobre la mujer dan una idea general de la consideración
social hacia los derechos de las mujeres. Ciertamente hay muchos
tipos de mujeres, aquí nos centramos en las mujeres asalariadas que
es la forma más general en la sociedad actual.
El punto de partida es el retroceso de los derechos femeninos, entre
otros, con el golpe de Estado dirigido por Franco. Desde el inicio,
la reacción franquista limitó la capacidad de obra, particularmente
en el ámbito laboral, de las mujeres. Antes de ganar la Guerra
Civil, mediante la ley de 12 de marzo de 1938 anuló la legislación
republicana, devolviendo las relaciones entre las personas al Código
Civil de 1889. Esto implica entre otros efectos: los maridos deben
proteger a las mujeres y éstas obederles; la mujer queda
inhabilitada para ser tutora recortándole el ejercicio de la patria
potestad; el marido es el administrador de los bienes del matrimonio;
la mujer tiene muy limitados sus derechos sobre los bienes y requiere
licencia marital para la disposicion de los mismos, e incluso para
contratar laboralmente. Esto último se reitera en la Ley de
Contratos de Trabajo de 1944. Además, se prohibió el trabajo
nocturno a las mujeres y las “liberó” del taller y las fábricas
en el Fuero del Trabajo (1938); estableció el subsidio familiar,
pagado al varón, para que la mujer no tuviera que trabajar fuera del
hogar (Ley de Bases de 18 de julio de 1938). Posteriormente, la
mayoría de las regulaciones laborales estipularon la excedencia
forzosa por matrimonio para las mujeres. El Fuero de los españoles
de 17 de julio de 1945 confirmó el carácter fundamental de la
familia dentro del Estado y declaró único e indisoluble el
matrimonio. Se privó del plus familiar a las familias cuya esposa
tuviera un empleo (Ley de Ayuda Familiar de 1946). La mujer ocupada
tuvo limitadas las posibilidades de ascenso, caso de las
funcionarias, así como el acceso a determinadas carreras
profesionales (delegados e inspectores provinciales, técnicos
administrativos, notarios, justicia y diplomáticos). Aunque sectores
muy feminizados como el textil o el conservero excluyeron de sus
reglamentaciones la obligatoriedad de abandonar el empleo cuando la
mujer se casaba y no regularon la correspondiente indemnización
(dote). Fue una cesión a las demandas de los respectivos
capitalistas.
A partir de finales de los años cincuenta algunos de estos aspectos
se relajarán: primero con la reforma del Código Civil (Ley de 24 de
abril de 1958) y, posteriormente, con la Ley de derechos políticos,
profesionales y de trabajo de la mujer (1961). El desarrollo de esta
ley, en el decreto de 1962, permite a la mujer trabajadora que se
casa elegir entre mantener el empleo y poner fin al contrato a cambio
de cobrar la dote. La aprobación del Decreto 2310/1970, de 20 de
agosto, de Derechos Laborales de la Mujer, será otro avance para la
mujer (reconoce el derecho de la mujer al trabajo en igualdad con el
hombre, otorga facilidades a la maternidad de la mujer trabajadora
mediante excedencias y reconoce derechos de descanso y subsidio a la
mujer en período de gestación). Otras reformas que mejorarán la
situacion de la mujer serán la Ley de 4 de julio de 1970 (el padre
ha de contar con la madre para dar a los menores en adopción) y la
Ley de 22 de julio de 1972 (mayoría de edad a 21 años para los dos
sexos y permite que las hijas mayores de edad y menores de 25 años
puedan abandonar la casa familiar sin el permiso paternal y sin
obligacion de casarse o entrar en un convento). Sin embargo, la
autorización marital para el desempeño de un trabajo retribuido no
desaparecerá hasta la ley 14/1975 de 2 de mayo, poco antes de la
muerte del dictador.
En el período democrático la tendencia continua. Durante los
gobiernos del presidente Suarez y UCD se aprueba la Ley 16/1976 de
Relaciones Laborales, que establecía la equiparación global de
varones y mujeres. Al poco, el Real Decreto Ley 17/1977 iniciará la
paulatina desaparición de las reglamentaciones laborales franquistas
sustituyéndose por los convenios colectivos. Teóricamente, tanto la
Constitución de 1978 como el Estatuto de los Trabajadores (1980),
consagran la igualdad retributiva y la prohibición de discriminación
salarial por razón de sexo. El 26 de abril de 1978 el Congreso de
los Diputados dio luz verde al proyecto de ley de Despenalización de
la venta y divulgación de anticonceptivos y otro hito del avance
feminista será la ley del divorcio (1981).
A partir de 1982, tras la victoria del PSOE con González en el
gobierno, se mantendrá el avance de los derechos de las mujeres; la
creación del Instituto de la Mujer a través de la Ley 16/1983,
iniciándose el feminismo institucional; legalización limitada del
aborto (1985) y, en el ámbito laboral, el Real Decreto 1424/1985, de
1 de agosto, por el que se regula la relación laboral de carácter
especial del Servicio del Hogar Familiar. Mucha normativa específica
de las mujeres, con avances o retrocesos, se contendrá en leyes
laborales de carácter general, por ejemplo la prohibición del
trabajo nocturno de las mujeres en talleres y fábricas que se
modificará en el Real Decreto 2001/1983, de 28 de julio, sobre
regulación de jornadas de trabajo, jornadas especiales y descansos;
la ley 3/1989, de 3 de marzo, por la que se amplia a 16 semanas el
permiso de maternidad así como se incluyen medidas para favorecer la
igualdad de trato de la mujer en el trabajo.
En 1996 accede al gobierno nacional el Partido Popular de Aznar que
gobierna hasta 2004. Durante su mandato se dan los primeros pasos en
la legislación en materia de la lucha contra la violencia de género,
plasmados en normas como la Ley Orgánica 11/2003, de Medidas
Concretas en materia de seguridad ciudadana, violencia doméstica e
integración social de los extranjeros, o la Ley 27/2003, reguladora
de la Orden de Protección de las Víctimas de la Violencia
Doméstica.
El siguiente gobierno, 2004-2011, lo forma Rodríguez (PSOE)
aprobándose diversas leyes que impulsan la igualdad: como primera
ley de la legislatura la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de
Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género; la
Ley 13/2005, que permite el matrimonio de personas del mismo sexo; la
Ley 39/2006, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a
las personas en situación de dependencia. Un paso importante fue la
Ley Orgánica 3/2007 de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de
mujeres y hombres (LOIEMH), donde se recogen medidas de acción
positiva para garantizar la igualdad efectiva en el acceso al empleo,
formación, promoción y en general en las condiciones de trabajo.
También se incluye la protección frente al acoso sexual y al acoso
por razón de sexo, la negociación de planes de igualdad y el
permiso de paternidad, entre otras. Además, la Ley Orgánica 2/2010,
de salud sexual y reproductiva y de interrupcion voluntaria del
embarazo.
Tras las elecciones de 2011, formará gobierno Rajoy (PP). En 2015
entra en vigor la Ley de modificacion del sistema de protección a la
infancia y a la adolescencia que avala a los menores como víctimas
de la violencia machista.
En 2018 una moción de censura dará el gobierno a Sánchez (PSOE).
La LOIEMH conocerá un impulso con el Real Decreto-ley 6/2019, de 1
de marzo, de medidas urgentes para garantía de la igualdad de trato
y de oportunidades entre mujeres y hombres en el empleo y la
ocupación (más planes de igualdad, registro retributivo para las
empresas, conciliación de la vida familiar y la vida profesional de
los progenitores y los cuidadores).
Tras varias repeticiones electorales, en 2020, la alianza de PSOE y
Unidas Podemos (UP) dará el gobierno a Sánchez. Se aprueba el Real
Decreto 902/2020, de 13 de octubre, de igualdad retributiva entre
mujeres y hombres, dirigido a establecer medidas para hacer efectivo
el derecho a la igualdad de trato y a la no discriminación entre
mujeres y hombres en materia retributiva. También la Ley de
Protección a la Infancia y la Adolescencia (2021) que incluye la
violencia digital. Además la Ley 15/2022, de 12 de julio, integral
para la igualdad de trato y la no discriminación, que aporta un
nuevo marco legal integral antidiscriminatorio en todos los ámbitos
de la sociedad, sea educativo, laboral, sanitario, etc. La ley
incorpora además la prohibición de discriminar por nuevos motivos,
como, por ejemplo, por enfermedad o estado de salud. Asimismo, el
Real Decreto-Ley 16/2022 de 6 de septiembre, para la mejora de las
condiciones de trabajo y de Seguridad Social de las personas
trabajadoras al servicio del hogar es también otro hito normativo de
esta Legislatura y responde a una amplia y extensa en el tiempo
reclamación del movimiento sindical y el movimiento feminista. Otras
leyes que tienen que ver con el avance feminista y la iguadad son la
Ley Orgánica 10/2022, de 6 de septiembre, de garantía integral de
la libertad sexual y la Ley Orgánica 1/2023, de 28 de febrero, de
reforma del aborto, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2010;
la. Ley 4/2023, de 28 de febrero, para la igualdad real y efectiva de
las personas trans y para la garantía de los derechos de las
personas LGTBI, que había salido del Consejo de Ministros en junio
de 2021; el Real Decreto-ley 5/2023, de 28 de junio, entre otras
cuestiones, de transposición de Directivas de la Unión Europea en
materia de modificaciones estructurales de sociedades mercantiles y
conciliación de la vida familiar y la vida profesional de los
progenitores y los cuidadores.
|
Leyes Feministas
|
Ciclo Economico
|
Partido Gobierno
|
1976-1982
|
6
|
Crisis
|
UCD
|
1982-1984
|
2
|
Crisis
|
PSOE
|
1985-1991
|
3
|
Expansion
|
PSOE
|
1992-1993
|
0
|
Crisis
|
PSOE
|
1994-1996
|
0
|
Expansion
|
PSOE
|
1996-2004
|
2
|
Expansion
|
PP
|
2004-2007
|
4
|
Expansion
|
PSOE
|
2008-2011
|
1
|
Crisis
|
PSOE
|
2011-2014
|
1
|
Crisis
|
PP
|
2014-2018
|
0
|
Expansion
|
PP
|
2018-2019
|
1
|
Expansion
|
PSOE
|
2019-2023
|
9
|
Expansion
|
UP-PSOE
|
La tabla de arriba
expresa el número de leyes en cada período según la etapa del
ciclo económico (expansión o crisis) y según el partido en el
gobiern en el mencionado período.
3. Lucha
feminista de clases
Aunque el movimiento legislativo apunta a una tendencia, que veremos
después, también señala que la afirmación de dicha tendencia
adopta una forma contradictoria, de avances y paradas cuando no
retrocesos. Esto pone en evidencia que nos encontramos ante fuerzas
contrarias; es la lucha de clases en el ámbito de la mujer, la lucha
feminista de clases.
En el apartado anterior, sobre la legislación feminista señalábamos
el partido gobernante con la intención de establecer una
vinculación. Llaman la atención los gobiernos del PP que son menos
prolíficos en leyes feministas, pero algunos períodos del PSOE
tampoco son para tirar cohetes. Y, ciertamente, la legislatura de UP
sí muestra un impulso de la legislación feminista. A pesar de esto
no creemos que la abstracta voluntad política (gobierno y mayoría
parlamentaria) sea la principal determinación del avance feminista.
Otra determinación es la coyuntura económica. Aquellos períodos
marcados por el auge económico, donde los años de expansión que
impulsan el movimiento que acelera los cambios (años sesenta, años
ochenta, primera década del nuevo siglo y los años posteriores a la
mitad de la segunda década) mientras que las crisis capitalistas
(finales de los setenta y primero de los ochenta, crisis de primero
de los noventa, la gran recesión 2008-2014, y la pandemia de 2020)
frenan la expansión de los derechos sociales, y los de las mujeres
en particular.
La organización del feminismo es otra determinación del impulso
feminista. No tanto por su significación específica, que hasta
tiempos recientes no alcanza una dimensión de masas, sino por su
capacidad para ocupar espacios en otras organizaciones (sindicatos y
partidos políticos, principalmente) con mayor influencia
legislativa. Así como por su éxito mediático e institucional, a
pesar de los vaivenes de la lucha de clases. Este aspecto de la lucha
de clases, la acción social e institucional, es otra de las
determinaciones a destacar.
En cualquier caso, en nuestra opinión, la determinación más
general de la evolución legislativa radica en la lucha de clases;
lucha que se expresa en las elecciones y en los gobiernos, en las
reivindicaciones laborales que acompañan a las distintas fases del
ciclo económico capitalista, en la acción institucional y
asociativa del movimiento feminista. Detengámosnos en la evolución
de esta lucha feminista de clases.
Como hemos visto ya, en pleno franquismo, una serie de leyes apuntan
a la expansión de la mercantilización de la fuerza femenina de
trabajo. Este movimiento acompañará toda la segunda mitad del siglo
XX. En las luchas obreras, que se inician en los sesenta (minería,
metal), las mujeres acompañarán como madres y esposas, procurando
el avituallamiento o impidiendo la entrada a los esquiroles. Cuando
los hombres eran detenidos, en ellas recaía el mantenimiento del
hogar y la atención a los encarcelados. En esta época (1965) se
constituye el Movimiento Democrático de la Mujer (MDM) vinculado al
PCE cuyo objetivo es unir las reivindicaciones de las mujeres a las
democráticas. Los anticonceptivos entran y se consumen ilegalmente
en España que permiten desvincular la sexualidad de la maternidad.
Posteriormente, en los años setenta, las mujeres iniciarán, como
obreras, sus propias luchas en sectores más feminizados (textil,
enseñanza, hostelería, comercio, entre otros). Además contribuirán
a la movilización general que experimenta España en la transición
politica. Aquí se iniciará la introducción de aspectos femeninos
en las plataformas reivindicativas y la denuncia de las
discriminaciones por razón de sexo. Otro ámbito importante de
participación femenina será la lucha vecinal por condiciones e
infraestructuras sociales (vivienda, urbanizacion, carreteras,
colegios, entre otros) de vida. El MDM organiza actos y jornadas
sobre temas feministas, a veces con apoyo de organismos
internacionales como la UNESCO (Primeras Jornadas de Liberacion de la
Mujer a finales de 1975). Surge el Movimiento Feminista, en parte
como reacción al MDM. La mayoría de partidos están de acuerdo en
que las mujeres deben ser ciudadanas de pleno derecho. En 1979 Lidia
Falcón funda el Partido Feminista de España, con poco éxito
electoral.
En los años ochenta se producirá la incorporación masiva de la
mujer española al mercado laboral, como veremos en cifras más
adelante. Con ello las reivindicaciones laborales generales incluirán
los planteamientos feministas, más en unas empresas o sectores que
en otros, en función de la fuerza femenina laboral. Importantes
conflictos laborales ponen sobre la mesa los asuntos femeninos (el de
Limpieza plantea las enfermedades y embarazos; el de atencion a
domicilio la conciliacion de la vida familiar y laboral; el de
Jaeguer Iberica la discriminación salarial). Un caso emblemático
fue el de las 14 de HUNOSA que lucharon por entrar a trabajar en la
mina con la oposicion de buena parte de la sociedad, sindicatos
incluidos, que arguían la proteccion a la mujer recogida en la ley;
en 1992 el Tribunal Constitucional declararía nula cualquier
discriminación por razón se sexo (salvo las fundamentadas en el
embarazo o maternidad). El movimiento feminista asociativo se
resiente: sus propuestas han sido adoptadas en mayor o menor medida
por las organizaciones políticas y sindicales, la reivindicación
está institucionalizada. En 1988 el Instituto de la Mujer celebra el
Primer Plan para la Igualdad de oportunidades de las Mujeres (I
PIOM).
En los años noventa con la crisis de 1992-1994 así como los
gobiernos más liberales del PSOE y los del PP el feminismo no tendrá
muchos avances. Los años noventa se caracterizan por la unidad de
acción de los sindicatos. Se detectan las diversas discriminaciones:
desigualdad salarial, categorías femeninas implícitas o explicitas,
desigualdad de prestaciones a la Seguridad Social, concepto de cabeza
de familia, regularización del servicio doméstico, especificación
del sexo en las ofertas de empleo. Desde la Union Europea se impulsan
programas (NOW, OPTIMA) para promover los derechos femeninos en las
organizaciones. La V Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing,
1995) hará un recuento de la situación de la mujer en el mundo y
pondrá el foco en la igualdad; a 30 kms se reunirán miles de
actividas feministas en el Foro Alternativo de Organizaciones No
Gubernamentales. Estas convocatorias remueven al movimiento
feminista, el gubernamental y el asociativo, al promover las
reuniones, las reflexiones y los informes.
Se mantiene la
promoción de los derechos de las mujeres por parte de la UE
(programa EQUAL), pero la ONU ya no volverá a celebrar otra
conferencia feminista. Subsisten los problemas y desigualdades por
razón de sexo, a pesar de los avances: las violencias machistas, la
feminización de la pobreza, la brecha salarial y en pensiones, las
desigualdades estructurales fruto de la división sexual del trabajo
y su asignación de las tareas y responsabilidades de cuidado a las
mujeres, la falta de reconocimiento a las aportaciones de las mujeres
en historia, ciencia, cultura, arte, deporte… Dos grandes momentos
se van significando, además del 8 de marzo, Día Internacional de
las Mujers, el 25 de noviembre como Dia Internacional contra la
Violencia contra las mujeres, que potencian la visibilidad de las
reivindicaciones feministas. El feminismo sindical continua su
quehacer reivindicativo. A los sectores tradicionales, feminizados,
se han unido nuevos segmentos especialmente precarizados y donde es
frecuente la denuncia, como la ayuda a domicilio, las trabajadoras
del hogar, las camareras de piso, las temporeras agrícolas, o las
porteadoras. En 2008 se crea el ministerio de Igualdad por primera
vez, pero en 2010, fruto de los recortes presupuestarios para
responder a la Gran Recesion (2008-2014) se eliminaría devolviendolo
al ministerio de Sanidad. El gobierno sufrió el reproche
internacional (ONU) por ello. El movimiento feminista respondió muy
críticamente pues no veían ahorro en el 0,03 por ciento que se
había asignado al ministerio de Igualdad.
La primera década
del nuevo siglo, en 2011, se inauguró con las protestas del 15M
donde el movimiento feminista también tuvo su protagonismo. Las
mareas y finalmente Podemos, que situará el feminismo en un lugar
destacado de sus planteamientos. Continuan los proyectos
transnacionales que incentivan los derechos feministas. En
2014 al
calor de la polémica sobre la modificación de la ley del aborto del
gobierno del PP, en la figura de Ruiz-Gallardón, surge una
iniciativa feminista (El
Tren
de la Libertad)
que expresará el rechazo de buena parte de la sociedad. A pesar de
que la contrarreforma era un compromiso electoral no salió y el
ministro dimitió meses despues. En ese mismo año España ratifica
el Convenio de Estambul, el acuerdo del Consejo de Europa contra la
violencia machista. Un año
después, el 7 de noviembre,
una manifestacion pide que la violencia machista se considere una
cuestión de estado. En 2016
se formaliza la Asociación Las Kellys, que representa a las
camareras de piso que trabajan para hoteles, denunciando la
precariedad de sus trabajos. En
2017, en enero la Marcha de
las Mujeres contra la política de Donald Trump
y poco después surge
el Me Too, por el que varias mujeres hacen público la violencia a la
que fueron sometidas por el productor de cine Harvey Weinstein. En
España se replicó como el #Yo
También. Así se inauguraba la extensión de la protesta a través
de las redes sociales. En este año se firmará el Pacto de Estado
contra la Violencia de Género, por todos los partidos menos Podemos
que lo considera insuficiente. La
primera huelga feminista, el 8 de marzo de 2018, fue un punto de
inflexión en el ascenso femenino en la protesta social, con
manifestaciones en mas de 120 ciudades españolas.
El caso de La
Manada fue otro punto de inflexión, generando
una ola de indignacion contra las sentencias. Otra
campaña de redes sociales, el #Cuéntalo que pretende denunciar los
abusos a las mujeres que no llegan a ser violación. Esto
junto con la tención mediática generará mucha conciencia. Primeros
de enero de 2020 conoció
la entrada de UP, en coalición con el PSOE, en el gobierno
haciéndose con la cartera de Igualdad Irene Montero. En
marzo, inmediatamente después de la manifestación del 8M, se
declara la pandemia de la Covid. Hasta
mediados de 2023 una convivencia difícil que se pondrá de
manifiesto en la aprobación de diversas medidas legislativas
feministas, y en el que los medios de comunicación, el poder
judicial, y otros (corona, militares, policiales, empresariales, …)
focalizaran su oposicion
en Podemos y en el
ministerio de Igualdad, sin
darles tregua. En 2021 la
ley trans sale del Consejo de Ministros, recrudeciéndose el debate
en torno a ella. Surge la
primera manifestacion contra la ley trans convocada
por asociaciones feministas que ademas piden la prohibicion de la
prostitucion y los vientres de alquiler.
En 2022 el concepto de
victima se amplía más allá de las relaciones y comienza a hablarse
de feminicidios. Es el
primer 8 de marzo con división de manifestaciones, materializando
la división del movimiento feminista. Tras
la aprobación de la Ley del Solo Sí es Sí, acreedora
del caso de La Manada, se
inician
las rebajas de penas y excarcelaciones por
decisiones judiciales que interpretan, a veces contradictoriamente,
la ley quedando
el ministerio de Igualdad con Irene Montero a la cabeza en el foco de
los ataques.
La
división del movimiento feminista se acentúa,
y en la celebración del Dia
Internacional contra la Violencia Machista, el
25 de noviembre, una de las
pancartas
pide la dismión de la ministra; en
esta ocasión, la divergencia tiene que ver con la libre
autodeterminación de género y con las demandas de las identidades
sexuales minoritarias. En
2023, se aprueban la ley
trans y la de reforma del aborto, también la
Ley Orgánica
4/2023, de 27 de abril, que reforma la ley del Solo Sí es Sí
cerrandose la polemica mediática en torno a ella.
El 23 de julio las elecciones nacionales tienen un resultado ambiguo,
la mayoría simple de la derecha nacional no le da para gobernar y la
izquierda nacional necesita la alianza de la derecha regional. Un
balance de la presidencia de gobierno informa 500 medidas estatales
con carácter feminista, el 25 por ciento, durante la última
legislatura. Así las cosas, tras largas negociaciones, el PSOE logra
formar gobierno bajo el mando de Sánchez, ya sin Podemos y sin Irene
Montero. Antes, estallaría, tras el campeonato obtenido por la
selección femenina de futbol, el #Se Acabó, que denunciaba el
comportamiento machista menos evidente y más reiterativo en el
futbol, y por extensión en el deporte, femeninos, que acabaría con
el presidente de la federacion de futbol y con el seleccionador
femenino.
4. Lucha de
clases y compraventa de la fuerza de trabajo
El
ascenso absoluto de la participación femenina en la protesta laboral
también es un signo de los últimos tiempos, y
lo que hay detrás es el ascenso femenino al mercado laboral.
Así, a pesar de no ser la mayoría de la fuerza laboral, las mujeres
se han movilizado bajo la forma de huelga en mayor medida que los
hombres: el 58% en 2023, el 51% en 2022, el 53% en 2021, el 50% en
2020, y el 65% en 2019, primer año en que el Ministerio de Trabajo
publica la estadística de participantes por sexos en huelgas. Bajo
nuestra opinión la fuerza de la lucha feminista de clases tiene su
determinación principal en el número, en la incorporación de la
mujer al trabajo fuera del propio hogar.
La acumulación
española de capital no solo demanda más fuerza de trabajo, como
veremos, sino que también necesita que aumente la oferta de fuerza
de trabajo, la población activa. Efectivamente, entre 1977 y 2022,
la oferta de fuerza de trabajo crece en 10,08 millones de efectivos
(75,64%) de las que 7,26 millones son mujeres, el 72 por ciento. Lo
cual llevará a la fuerza femenina de trabajo a representar el 47 por
ciento del total.
Desde el punto de
visto de la evolución histórica de la participación femenina en el
mercado laboral, a pesar de que hay repuntes en los años setenta
(desagrarización de la población femenina y la consecuente
emigración y electrificación de los hogares que permite el
equipamiento de electrodomésticos), que decaen ante la crisis de los
setenta y ochenta, la incorporacion masiva de la mujer española al
mercado laboral data de los inicios de la década de los ochenta, en
torno a 1982, creciendo a partir de ese momento hasta 2012.
Posteriormente, altibajos y estancamiento posiblemente relacionado
con la emigración.
5. Compraventa
de la fuerza femenina de trabajo y acumulación de capital
Para hacernos una
idea del volumen de la acumulación española de capital
durante este período bástenos ver el crecimiento de la demanda de
fuerza de trabajo inducida por ésta. En el período 1977-2022 la
población ocupada pasa de 12,72 millones a 20,39 millones de
personas, un incremento absoluto de más de 7,67 millones que supone
un crecimiento relativo acumulado de más del 60,3 por ciento.
La forma en que
evoluciona está muy relacionada con las fases de los ciclos del
capital en España durante este período: crece la ocupacion cuando
hay acumulación de capital (fases de expansión, 1985-1991 y
1994-2007), y decrece cuando desaparece la acumulacion o se
desacumula (fases de crisis 1976-1984, 1991-1993 y 2008-2014).
¿Qué ocurrió
con la demanda de fuerza de trabajo femenina en este período? Pasó
de 3,61 millones a 9,43 millones, creciendo en 5,82 millones (161%).
Un crecimiento bastante superior al de los hombres. Esto nos da una
idea de la intensidad con que la acumulación española de capital
atrajo la fuerza de trabajo femenina durante este período. Esto
significa que no solo la fuerza de trabajo femenina que va
adquiriendo la edad de trabajar se incorpora al mercado laboral como
población activa, sino que parte de las mujeres que antes se
dedicaban a las tareas de su hogar ahora afluyen al mercado laboral.
En este caso las mujeres experimentarán lo que se viene a denominar
la doble jornada (el trabajo fuera del hogar y el trabajo dentro del
hogar), cuestión que se planteará en el ámbito sindical y
político, y cuya respuesta serán las normas que regularán la
conciliación de la vida laboral y familiar.
El crecimiento de
la demanda de fuerza femenina de trabajo por la acumulación de
capital (y sus administraciones públicas) es la determinación
principal de la incorporación de la mujer al mercado laboral que
adopta la forma de lucha femenina de clases que se expresará en
leyes feministas.
Ahora bien, por
qué el capital demanda la fuerza femenina de trabajo. Pues porque la
fuerza masculina de trabajo no era suficiente para los requerimientos
de la acumulación de capital como ponen de manifiesto los datos.
Esta exigencia cuantitativa se realiza a través de las demandas
individuales de la empresas en los distintos sectores. La preferencia
del capital individual por la fuerza de trabajo femenina tiene
relación con los atributos (inteligencia emocional, afecto y
cuidados, atención al público, entre otros) que esta fuerza de
trabajo tiene en relación a los nuevos medios de producción, nuevas
tareas, nuevas actividades, nuevos empleos, que se desprenden de la
fase de acumulación de capital, por un lado, y con la baratura y
docilidad de una fuerza de trabajo joven y poco experimentada como la
femenina, por el otro.
Pero, si hemos
visto la cara del proceso, su cruz es que la feminización de la
fuerza de trabajo implicará también la feminización del desempleo,
de la temporalidad y de la parcialidad en la contratación.
El nuevo modelo de
acumulación de capital exige en Esapaña, y en otros países
capitalistas, durante este período, la incorporación masiva de la
mujer al mercado de trabajo. Ella es requerida en los procesos de
trabajo de las empresas y de las administraciones, por eso la
sociedad las prepara con un sistema educativo donde ha entrado unos
años antes o las reclama sin una gran preparación previa para
puestos que no exijan elevada cualificación. Ahora, una vez
terminada la formación o directamente desde el hogar, la mujer
española, se dirige al mercado laboral a ofrecer su fuerza de
trabajo. Y ya nada será igual, se alterarán las relaciones de
sexos, las familiares, las laborales y, también, las políticas. El
ascenso femenino tendrá su expresión ideológica en el feminismo,
iniciando una silenciosa revolución. El debate público se hará eco
de las demandas feministas contribuyendo a la expansión de los
derechos de las mujeres.
6. Compraventa
y reconstitución de la fuerza femenina de
trabajo
La lucha de clases
en torno a los derechos de las mujeres, la lucha feminista de clases,
tiene al menos tres ámbitos de desenvolvimiento. Hemos visto dos: el
jurídico-político (leyes, lucha de clases) y el económico (mercado
laboral y acumulación de capital). El tercero es el doméstico.
En el ámbito
doméstico, lugar donde se reconstituye la fuerza de trabajo
familiar, la obrera despliega una particular lucha de clases, la
lucha doméstica de clases. Allí la obrera ha de recuperar la fuerza
de trabajo gastada en el proceso capitalista de producción. Esta es
una condición para volver a vender su fuerza de trabajo, mantener su
empleo y obtener los ingresos familiares que permitan la reproducción
familiar. Las relaciones familiares y las relaciones de poder dentro
de la familia se verán perturbadas por el cambio en el papel de la
mujer que empieza a vender su fuerza de trabajo. Por ello, primero la
preservación física de la mujer (violencia domestica) y luego la
doble jornada y el reparto de tareas (conciliación de la vida
familiar y laboral) serán asuntos objeto de atención por la
sociedad. Además, la mujer, en estos asuntos, cuenta con un aliado,
su propio capitalista interesado en tener a diario una fuerza de
trabajo en plenas facultades para ser adecudamente explotada. Junto a
su capitalista también tiene el apoyo de toda la clase capitalista.
Por ello el reparto de tareas domesticas y el trato entre los
miembros de la familia dejan de ser una cuestión del ámbito privado
y salta al debate público. Así, la violencia de genero y la
conciliación, junto a otros muchos temas que aparecen con un
carácter ciudadano, tienen como contenido económico la compraventa
de la fuerza femenina de trabajo. Este reordenamiento de las
relaciones en el hogar entre obrero y obrera es otra de las
determinaciones del rechazo masculino a la incorporación femenina al
mercado laboral, o sea de la reacción antifeminista.
7.
Recapitulación
Hemos visto el
recorrido concreto del avance feminista en España en el último
medio siglo, a través de la lucha de clases en los ámbitos político
y económico. Ha sido un vistazo de orden descriptivo donde hemos
apuntado determinaciones que pretenden poner racionalidad,
objetividad y causalidad a los movimientos complejos en el mencionado
avance. Ahora, realizaremos el camino inverso, partir de lo más
simple para encumbrarnos a lo más complejo, pero en términos
teóricos. Expondremos de manera desplegada la tesis fundamental que
nos ha guiado, que la acción estatal en cuanto a producción
legislativa es una forma de la lucha de clases cuyo contenido es la
relación social general, el capital. De otra forma, la lucha
feminista de clases, y sus resultados, son la expresión en el ámbito
de la mujer del movimiento del capital, la compraventa de la fuerza
femenina de trabajo por su valor.
El avance de los
derechos de la fuerza de trabajo femenina, y en general de las
mujeres, en España y en muchos países capitalistas, pone en
evidencia que hay una necesidad del capital que subyace a dicho
avance. La forma contradictoria en que se produce el desarrollo del
feminismo nos indica que la citada necesidad tiene un carácter
contradictorio cuya forma de realizarse es la lucha de clases.
Las mujeres que
carecen de medios de producción tienen que vender su fuerza de
trabajo a un capitalista a cambio de un salario. Esta relación
indirecta entre las personas a través de las cosas determina a las
personas como personificaciones de sus mercancías (fuerza de trabajo
y dinero-capital). Así la vendedora de fuerza de trabajo queda
determinada como obrera mientras el poseedor de dinero queda
determinado como capitalista.
Ahora bien, entre
ambas personificaciones se establece una relación directa como
forma, jurídica, de realizar el cambio de mercancías. Porque las
cosas no van solas al mercado, son portadas por sus poseedores. El
contrato de trabajo es la forma jurídica de la compraventa de la
fuerza de trabajo.
Esta relación de
compraventa tiene un carácter antagónico, uno quiere lo contrario
que el otro. El capitalista quiere pagar poco y obtener a cambio
mucha fuerza de trabajo. Por su lado, la obrera quiere ganar mucho y
dar poca fuerza de trabajo. El antagonismo se prolonga hasta el uso
de la fuerza de trabajo, una vez vendida, en el proceso de trabajo
(relación de explotación), donde la hambruna de plustrabajo del
capitalista tenderá a exprimir a la fuerza de trabajo.
A este nivel, el
capitalista tiene mas fuerza y puede imponer la compraventa de la
fuerza de trabajo por debajo del valor porque la competencia entre
los obreros presiona a la baja los salarios.
Esta relación de
competencia es un primer determinante del rechazo de una parte de los
obreros hacia las obreras y viceversa, constituyendo la base
económica del antifeminismo. Por su parte, el capitalista, en cuanto
demandante de fuerza de trabajo, también compite con el resto de
capitalistas.
Si la obrera
quiere vender su fuerza de trabajo por su valor necesitará asociarse
con otros obreros, convirtiendo así su relación de competencia en
una relación de solidaridad (sindicato) sobre la que descansa la
relación de clase. Al igual harán los capitalistas. De esta forma,
en estos polos se constituiran la clase obrera, por un lado, y la
clase capitalista, por el otro. Ambos, obreras y obreros, luchan,
como clase, por las mejora de las condiciones en que venden su fuerza
de trabajo. Esta relación de solidaridad explica que, a medida que
se avanzan en los derechos laborales, se avance en los derechos
laborales específicos de las mujeres. En la medida que el peso de la
fuerza laboral femenina aumenta sus intereses específicos, en cuanto
fuerza singular de trabajo, serán más tenidos en cuenta y pasarán
a ocupar mejores posiciones en las plataformas reivindicativas. Por
eso, el grado de la incorporación de la mujer al mercado laboral es
la condición del avance laboral feminista.
Aunque en el
interior de cada clase la competencia se transforma en solidaridad,
la relación entre ambas clases, la lucha de clases, es antagonica.
La lucha de clases, en su primera determinación, es la relación
entre las clases en la compraventa de la fuerza de trabajo por su
valor.
La unidad de este
movimiento, la compraventa de la fuerza de trabajo por su valor bajo
la forma de la lucha de clases, es la relación de capital. El
capital tiene la potestad de poner en marcha el proceso de producción
de valores de uso (bienes y servicios) pero con el objetivo de
valorizarse, de crear más
valor (plusvalor).
Su movimiento puede esquematizarse como dinero que
genera más dinero.
Como el final (dinero)
coincide con el
principio (dinero),
el movimiento se retroalimenta,
tornándose
infinito. Esto
convierte al capital en un autómata con vida propia, en el
sujeto concreto inmediato de
la producción y, con ella, del
proceso social de
vida humana. Pero, como
tal sujeto, el capital tiene una necesidad contradictoria como
garantía de su desarrollo: la compraventa de la fuerza de trabajo a
su valor. Esta
necesidad del capital total de la sociedad requiere
expresarse mediante un
representante, que
no es otro que el estado
capitalista.
Por otra parte, la
lucha de clases, por su carácter antagónico, plantea una dificultad
al desarrollo del capital (conflicto, huelga, cierres patronales),
por ello surge al capital la necesidad de desarrollar dicha
contradicción transformando la relación antagónica general en una
relación de solidaridad general, es la relación de ciudadanía.
Ahora las personas dejan de ser miembros de una clase social con
intereses de clase, para ser ciudadanos del Estado, depositario del
interés general.
Así, el estado
capitalista será el representante político del capital total de la
sociedad, expresando las necesidades del capital por encima de los
intereses de clase, unas veces a favor de unos y otras a favor de los
otros.
Pero siempre velando por el desarrollo fluido de la acumulación del
capital total de la sociedad.
Los conflictos de
clase habrán de subordinarse al interés general; las
contradicciones de clase aparecen como conflictos entre ciudadanos;
la condición de ciudadanía subsume al atributo de clase; y con
ello, los derechos ciudadanos envuelven y ocultan a los atributos
clasistas.
En el aspecto que
nos atañe el Estado, en el período que nos concita,
será el encargado de elaborar y vigilar el cumplimiento de las leyes
feministas. Leyes que aparecen bajo la forma de derechos ciudadanos,
pero cuyo contenido son los derechos laborales de la fuerza femenina
de trabajo. Estos derechos laborales tienen su origen en el resultado
de la lucha feminista de clases, expresando el antagonismo de clases,
pero cuyo hilo conductor es la compraventa de la fuerza femenina de
trabajo por su valor como condición de sostenibilidad del capital
total de la sociedad, que es la relación social general en el modo
de producción capitalista.
8. Bibliografía
y webgrafía
Blog de Crítica
de la Economía Política. https://criticonomia.blogspot.com/
Grupo España.
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Iñigo Carrera,
Juan. Profesor universitario y miembro del Centro para la
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https://cicpint.org/es/category/jic/
Marx, Karl. El
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Muñoz Ruiz,
Maika. El feminismo en las políticas de las centrales sindicales en
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Ruiz Galacho,
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Valdés (2024).De
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03/03/2024. https://elpais.com/sociedad/2024-03-03/