jueves, 23 de mayo de 2024

Apuntes sobre capitalistas y autodestruccion

 Capitalistas, autodestrucción y reacción social, en Sevilla a 23/05/20024


El desarrollo del capitalismo, histórico y actual, nos muestra diversos ejemplos en los que el comportamiento de los capitalistas no solo es destructivo sino incluso autodestructivo.

Uno de esos comportamientos autodestructivos es la explotación hasta el agotamiento de la fuerza de trabajo. Es el caso actual en numerosas personas que soportan exigencias empresariales que sobrepasan los límites normales abocándolas a la depresión u otras formas de enfermedad mental, cuando no a otras enfermedades profesionales o accidentes laborales y, finalmente, a la baja laboral (temporal o permanente) si logran sobrevivir. De esta manera, la acción del capitalista en su afán de incrementar el beneficio acaba con la fuente de esta plusvalía, la fuerza de trabajo.

Esto, en determinados momentos históricos, adquiere tal magnitud que pone en peligro al propio sistema generando una “reacción de la sociedad”, como Karl Marx expresa e investiga en el capítulo VIII de El Capital que trata sobre la jornada laboral.

Efectivamente, allí expone como las jornadas de más de 16 horas a las que sometían a los niños los capitalistas, no solo generaban unos elevados índices de mortalidad entre la fuerza infantil de trabajo sino que abocaba a la escasez a la fuerza de trabajo adulta. Estos capitalistas en la persecución de su interés privado (beneficio) hubieran aniquilado el origen de la plusvalía de no ser por la mencionada reacción social. Ésta abanderada por la clase obrera más consciente y sensible al daño propio en cuerpo ajeno, a través de la lucha de clases. Pero no solo ella, Marx también lo pone de relieve. En la implantación de la limitación de la jornada laboral, hay un actor inesperado, el representante del capital en su conjunto, el estado. Sépase, las leyes de limitación de la jornada laboral en el segundo decalustro del siglo XIX, fueron aprobadas por un parlamento, copado por capitalistas y aristócratas, sin la presencia de ningún obrero (los partidos obreros estaban prohibidos y el voto requería un pago previo inalcanzable para los trabajadores).

((un posible desarrollo es concretar mas en esta historia y mostrar la reacción capitalista a estas leyes donde aparecen formas concretas como medios de comunicación, tribunales, cárceles, represiones laborales, campañas patronales; también el comportamiento de los trabajadores menos conscientes que se rebelan ante las leyes que limitan la contratación infantil, pues los padres firman los contratos de los hijos y negocian las condiciones lucrándose con el trabajo de sus hijos, por ejemplo; hasta el punto que los obreros mas conscientes les piden a los inspectores de fabrica, de los que Marx recoge la información, que tienen que prohibir el trabajo infantil porque si no venderán a sus hijos; es la conciencia espontanea del modo de producción capitalista, la enajenación en la mercancía como forma de la libertad, aparentemente son libres pero esa libertad les conduce a vender a sus hijos porque están enajenados en la mercancía))

Pero, el exterminio de la fuerza de trabajo no es la única pulsión autodestructiva de la clase capitalista. Otro ejemplo, también muy a la orden del día, es la destrucción medioambiental. Casos de acciones sociales que han acabado con ecosistemas hay numerosos a lo largo de la historia, pero la frecuencia, la amplitud y el grado con que lo hace el modo de producción capitalista no tiene parangón. Algunos de los más llamativos: el escape químico de la Bhopal (1984), el naufragio del Exxon Valdez (1989), la explosión de la petroquímica china Jlim (2005), el derrame de crudo de la British Petroleum en el golfo de México (2010). En España, algunos vertidos han quedado registrados: el de la empresa Boliden en Aznalcollar (1998), los de la industria agroalimentaria al Mar Menor (2019) y en ese mismo año los de Fertiberia a la ria de Huelva. Pero el paradigma es la desforestación de la selva amazónica desde los años setenta. Allí el capital agrario no contento con el desastre medioambiental liquidó al activista Chico Méndez (1988). De nuevo, los capitalistas en la búsqueda de su interés privado, para lo cual se procuran la máxima libertad posible (carajo!), no se contienen, esquilman la naturaleza. La reacción social está llegando con lentitud. ((señalar el movimiento contra el turismo en Canarias))


Aquí no caben los problemas de falta de conocimiento, de información, de expectativas, u otros argumentos que la teoría social convencional, caso de la economía neoclásica, paradigma dominante y cercana a la liberal o austriaca tan en boga. Para estas teorías, los casos anteriores (sobre explotación de fuerza de trabajo, esquilmacion ecológica) y otros más que podrían citarse como tendencias autodestructivas del comportamiento racional capitalista (guerra, holocausto judío, exterminio palestino, catástrofes naturales, entre otros) forman parte de los fallos del mercado. El mercado, que esta teoría supone, es perfecto; pero, de vez en cuando presenta fallos. Estos fallos son analizados aportándose soluciones (teoría de los fallos del mercado). Normalmente la solución pasa por la intervención pública. Así, para esta teoría, el estado y la acción del estado son el resultado de los fallos del mercado, que presentaban como perfecto. En el colmo del delirio teórico se les ocurre que también el estado presenta fallos y a los que también encuentran solución (teoría de los fallos del sector público), que no esperen sea otra cosa que más mercado (sí aquel que era perfecto pero tenía fallos). Bien, no lo desarrollo por no desviarme, pero todo este arsenal teórico muy recubierto de matemática avanzada, sirve más que nada para la reafirmación y justificación ideológica de una práctica clasista, que beneficia a los intereses de los capitalistas.


La pulsión autodestructiva de la clase capitalista, aunque se busquen las justificaciones (ideológicas por muy aparatosa matemática que se emplee) pone de manifiesto algo que ha sido señalado algunas veces: es el carácter sobrante de la clase capitalista. Las formas violentas, excluyentes y discriminatorias, desvergonzadas e irrespetuosas, entre otras (fakenews, lawfare, bulos y acosos mediatico-judiciales), con la que se emplean sus representantes políticos más que ocultar, dejan a las claras la desesperación de los dueños de los medios de producción. Una clase, cuya función histórica ha sido realizada, y que no tiene justificación ni técnica ni social, es una clase diagnosticada de muerte, aunque se rebela ante su destino sembrando la destrucción.

((la clase capitalista, como ocurrió con la jornada, tiene dos necesidades cada una con su expresión ideológica y política, una salvarse ella y otra salvar el capital; y entre ambas se debate, por ello es fácil encontrarse capitalistas apoyando causas que favorecen el desarrollo del capital aunque particularmente no les favorezca))


Frente a esto caben algunas opciones. Claramente la reacción social mencionada arriba. De manera sucinta, solo lo indico: los movimientos sociales con la clase obrera deben buscar las alianzas necesarias con el estado para avanzar en la liquidación de la clase capitalista ((esta liquidación tiene dos formas extremas: la capitalista a través de la concentración del capital, y la anticapitalista que difícilmente obtiene el apoyo del estado)); no es fácil pero hay que explorarlo. Pero, antes y durante, la acción transformadora consciente debe ser organizada. El conocimiento de las propias posibilidades como el de las posibilidades de cambiar la situación han de explicitarse, someterse a crítica, contrastarse, y avanzar en la construcción del cuerpo teórico portador de los cambios que se pretenden. Como dijera Lenin, sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria; y análisis concreto de la situación concreta. Pero, no basta con desarrollar el conocimiento racional y objetivo; dicho conocimiento ha de ponerse al servicio de la comunicación, ser difundido e integrado por las organizaciones transformadoras, llevado al conjunto de la población para sensibilizar y concienciar a más personas, estableciendo la necesaria lucha ideológica (lo que otros llaman la batalla cultural). En fin, como siempre más deberes y más tareas. Pero, ese es nuestro destino: lo miramos de frente o escondemos la cabeza bajo el ala.

sábado, 11 de mayo de 2024

Capital, exterminio palestino y protesta

Los acontecimientos que desde hace años, recrudecidos recientemente (desde el pasado 7 de octubre), acontecen en Filistea (país de los filisteos, origen del nombre Palestina), imponen una comprensión positiva de lo que está ocurriendo más allá de lo que nos dicen los medios de comunicación a diario, a pesar de las restricciones informativas impuestas. Esto es, explicarnos el aniquilamiento de la población gazatí a manos de la sociedad israelí dirigida por un lunático con la complicidad de la comunidad internacional en la que el movimiento estudiantil se presenta como la vanguardia de una conciencia crítica1. Y es que estos hechos son, desde el punto de vista de la critica de la economía política, la expresión más salvaje que adopta actualmente el desarrollo capitalista a nivel mundial, con permiso de Yemen, el Sahel, ...y Ucrania2. De otra forma, el capitalismo manifiesta su barbarie bajo la forma de la aniquilación de las personas, también de las que viven en Gaza. Pero, vayamos por partes.


El proceso de la acumulación mundial de capital, caracterizado por la agudización de la competencia entre grandes bloques económicos como USA-Europa y los BRICS, tiene en Oriente Próximo una de las zonas estratégicas donde se dirimen sus intereses. Tanto las materias primas (petróleo y gas) como la gestión del Canal de Suez, que permite el abaratamiento de los transportes y con ello de las mercancías, son los exponentes de la importancia que tiene el control de la zona para el capital. En este entramado geopolítico, el papel de Israel es principal para el capital americano, teniendo asignada la función de gendarme de EEUU en esta sensible zona. Por ello, la consideración hacia Israel por parte de los diversos gobiernos estadounidenses no depende tanto de la ideología del partido gobernante como del papel que desempeña en la división internacional del trabajo. El avance israelí, que data de principios del siglo XXI, es la reacción de USA a los recientes vínculos de China en la zona (Arabia Saudí e Irán). La fuerte dependencia europea explicaria la posicion más titubeante y conciliadora que la del campeón anglosajón.


Para llevar a cabo el mencionado papel Israel ha requerido constituirse en una potencia militar, armarse hasta los dientes dedicando el 12 por ciento del presupuesto público a la defensa y especializarse en la producción de armamento (octavo productor mundial) hasta representar el 15 por ciento de sus exportaciones. Esta situación hubiera sido imposible sin el apoyo norteamericano, no en vano todos los presidentes estadounidenses desde Lyndon Johnson (1967) han ratificado la doctrina según la cual Israel ha de gozar en la zona de la “ventaja militar cualitativa” para garantizar su existencia (y realizar el papel asignado).


Pero, el capital israelí tiene sus propias necesidades, para desempeñar su función y para su particular desarrollo. Desde que este capital necesita expandirse sobre el territorio palestino prescindiendo de su población, otrora una fuerza de trabajo valiosa para el desarrollo del capital hebreo, aprovecha cualquier pretexto para avanzar en el exterminio del pueblo palestino y en la progresiva apropiación de su territorio. De hecho, la ocupación de los territorios palestinos y el régimen de apartheid al que someten a su población han sido muy útiles para el desarrollo de la industria militar israelí. Así, el mejor marketing de la producción armamentística hebrea es la difusión de sus reiteradas carnicerías sobre el pueblo palestino, particularmente en Gaza (2008, 2014 y la última 2023-24), hasta el punto que vende su armamento con la leyenda de “probadas en combate” refiriéndose al uso del ejercito de Israel sobre la población palestina3. Esta última, con más de 35.000 muertos, 10.000 desaparecidos y 70.000 heridos, es un genocidio.


Esto, que es una salvajada desde el punto de vista humanitario, ha de ser realizado por una expresión política e ideológica que anteponga el expansionismo territorial al derecho de los pueblos a ocupar el territorio donde han vivido por siglos, caso de la población palestina. La expansión con exterminio empezó en Gaza y seguirá en Cisjordania sin limites claros (Líbano, Jordania, Siria, Sinaí). Esta expresión ideológica es el sionismo4 que encarna el gobierno de Netanyahu, antes Sharon, y mañana otro. Los años de gobierno sionista, más de 20, ponen a las claras que la estrategia se corresponde con una necesidad expansionista del capitalismo hebreo que, en la medida que son tierras ocupadas, supone la expulsión, el exterminio y el dominio de la población filistea. Años ha, Israel y sus gobiernos defendían la teoría de los dos estados y firmaron acuerdos de paz (el laborista Rubin firmó en 1993 con Arafat los acuerdos de Oslo que dieron lugar a la Autoridad Palestina). Así, el sionismo, que data de finales del siglo XIX, no se constituyó en la ideología dominante hebrea hasta que el capital israelí necesitó justificar su desarrollo expansionista espoleado por la exigencia de control de la zona que impuso el capital americano, recrudecida por su competencia con los capitales emergentes (BRICS).


Sin embargo, el proceso expansionista del capital israelí bajo su vestimenta sionista ha generado contestación, primero en las organizaciones palestinas y luego a nivel mundial. En 2005 estas organizaciones pusieron en marcha la campaña BDS (boicot, desinversión y sanción a Israel) sin mucho éxito; durante estos años y tras las diversas masacres los activistas han respondido con su ayuda solidaria ante el hambre y el asedio, caso de las flotillas de la Libertad; muchos informantes y miembros de ONG’s han pagado caro su apoyo como la del chef José Andrés, tan suspicaz con la exministra Belarra cuando denunció la violencia israelí; más recientemente diversas manifestaciones ciudadanas en Europa y el movimiento estudiantil americano.


Todos los movimientos progresistas que no desean retroceder en la rueda de la historia (feministas, xenofilos, ecologistas, pacifistas, obreristas, u otros), están conminados a denunciar y frenar el exterminio palestino, pues el capital israelí ha hecho gala de vincularse con sus enemigos dotándoles de las más diversas y avanzadas tecnologías de armamento, sistemas de seguridad, medios de control de población, tácticas y conocimientos como prueban sus conexiones con la CIA, la contra nicaragüense, los paramilitares colombianos, el ISI islámico vinculado a los talibanes, los regímenes de la dictadura argentina (la de los setenta, carajo), Bolsonaro, Orban, Modi el hindú, entre otros. Incluso líderes occidentales bajo sospecha han sido espiados a través del programa Pegasus, la Skunk-water o aguas putrefactas para el control de multitudes, así como los chips insertos en inyectables para la vigilancia de movimientos de la población, la Cúpula de Hierro vendida a RU para proteger Malvinas, o la inteligencia artificial de Lavender a la hora de señalar blancos para los ataques a distancia, son muestras de como la tecnología del capital israelí se pone al servicio de los poderes antidemocráticos5.


La solidaridad musulmana (Arabia, Egipto, EAU), a veces, se echa de menos al estar en suspenso a la espera de la reconstrucción. También la solidaridad de la clase obrera internacional se echa de menos. Sus miembros, aún presos de su enajenación en la mercancía (fuerza de trabajo) y acreedores de sus respectivos capitales nacionales, eligen la relación de solidaridad ciudadana con sus burguesías antes que la relación internacional de solidaridad de clase, nada nuevo desde el debate de la II Internacional. Lo contrario, supondría asumir que conciencia libre de la que presumen no es más que la forma de la conciencia enajenada en el capital6.


El movimiento estudiantil, como antes frente a la Guerra de Vietnam y luego contra el Apartheid de Sudáfrica, encarna la denuncia y la protesta que terminará extendiéndose, más temprano que tarde, hasta completarse con la clase obrera y el movimiento emancipatorio mundiales. Es la materialización del vaticinio de la crítica de la economía política, heredera de la dialéctica, crítica y revolucionaria por naturaleza7, en su afirmación del carácter universal del movimiento, por tanto nada es eterno y todo es perecedero. Los activistas, la flotilla de la Libertad, los manifestantes y estudiantes, ponen de relieve que hay esperanza; frente al capital, Palestina y la Humanidad vencerán.

1Blog del periodista independiente Rafael Poch de Feliu, https://rafaelpoch.com/

2International Crisis Group. Diez conflictos en 2024. En https://www.crisisgroup.org/es/global/10-conflicts-watch-2024

3Samson Estapé, Alys. Israel, modelo de estado coercitivo. 20/07/2021.

4Pedregal Casanova, Ramon. Sionazismo, fase superior del imperialismo.

5Piqueras, Andrés. Campaña contra el genocidio sionista. https://andrespiqueras.com/

6Iñigo Carrera, Juan. Del capital como sujeto de la vida social enajenada a la clase obrera como sujeto revolucionario.

7Karl Marx en el postfacio a El Capital, tomo I.

miércoles, 1 de mayo de 2024

Caracterizacion de la clase obrera en España

 (A la memoria de Braulio Moreno Muñiz, compañero del alma, compañero)

La persona que quiere intervenir conscientemente en la realidad social, tarde o temprano, ha de plantearse la materialidad de su proceso de vida social, su pertenencia de clase y la conciencia que de ello emerge1.

En nuestro caso, aprovechando la conmemoración del Primero de Mayo, día internacional de la clase obrera, nos detendremos en la actualidad de la clase obrera española y sus formas concretas. y Más adelante, si las condiciones lo permiten, abordaríamos el mismo asunto referido a la clase burguesa y las formas de la conciencia que corresponden a esta estructura de clase.

A grandes rasgos, los cambios en la clase obrera son acreedores de la acumulación de capital. Efectivamente, los avances técnicos introducidos en las unidades de producción y circulación (automatización, robotización, digitalización, entre otros), a nivel mundial, que toman forma en los procesos nacionales de acumulación de capital, como el español, plantean nuevas exigencias (cuantitativas y cualitativas) a la fuerza de trabajo. Este es el contenido de los cambios que observaremos en el mercado de trabajo, lugar económico de la compraventa de la fuerza de trabajo.

Pero, este mercado implica la relación entre personas, que por su distinto vínculo con la propiedad de los medios de producción (instalaciones, maquinaria, instrumentos, entre otros), cambian dos mercancías particulares (fuerza de trabajo y dinero). Así, la burguesía (o clase capitalista), propietaria de medios de producción, y el proletariado (o clase obrera) carente de estos y, por tanto, obligado a vender su fuerza de trabajo para sobrevivir, sostendrán intereses contrapuestos. Primero, en la compraventa de la fuerza de trabajo y, posteriormente, en el uso de la misma más allá de las necesidades reproductivas del obrero (explotación). Por ello, la compraventa de la fuerza de trabajo se lleva a cabo a través de la lucha de clases.

En el caso de España, la parte de la población que participa en la producción de valores de uso sociales, o sea lo que viene a denominarse población económicamente activa (excluye a niños y estudiantes, a jubilados o incapacitados, y a los que cuidan del propio hogar), en 2023, ascendió a 24,1 millones de personas. Éstas se repartieron entre 3,3 millones de burgueses (13%) y 20,8 millones de integrantes de la clase obrera (87%). Desde 2006 la evolución de la clase obrera, tanto en personas como en porcentaje sobre la población activa (obrerización), ha sido creciente estabilizándose el porcentaje a parir de la 2008-20142.

Atendiendo a la edad observamos la siguiente composición en la clase obrera: 6 millones (28%) entre 16 y 34 años; 11 millones (53%) entre 35 y 54 años, y 3,9 millones (19%) de más de 55 años. La tendencia que muestran los datos manifiesta dos fenómenos: el envejecimiento progresivo (crecimiento del segmento de más edad) y la falta de relevo generacional (reducción del segmento más joven).

La división sexual de la clase obrera es la siguiente: 10,2 millones de mujeres (49%), mientras que hay 10,6 millones de hombres (51%). Los porcentajes son, respectivamente, 51 y 49 por ciento. En cuanto a tendencia de los últimos 20 años, desde 2006, la feminización de la clase de la clase obrera es un fenómeno inapelable. El origen de este fenómeno hay que buscarlo en las necesidades de la acumulación de capital (aumentar el volumen de fuerza de trabajo, reducir salarios, procesos productivos menos exigentes de fuerza bruta y más necesitados de otro tipo de habilidades, entre otras causas). Una consecuencia de este ascenso ha sido el despegue de la lucha feminista de clases y su expresión ideológica, el feminismo3.

En el caso de la formación la estadística no facilita el dato para la clase obrera, así que nos conformamos con la formación de la fuerza de trabajo en general como una buena aproximación. Como se ve actualmente el mayor porcentaje (44%) lo conforman las personas con estudios superiores, mientras el segmento menor es el de la formación hasta primaria (5%). La tendencia que se detecta es el incremento del grado de formación de la fuerza de trabajo. Esto tiene que ver con las exigencias de la acumulación española de capital poniéndose de manifiesto cuando veamos los puestos que ocupan los asalariados.



2014

2023

Primaria o menos

9,4

5,4

Secundaria – 1 etapa

30,0

26,3

Secundaria – 2 etapa

14,0

13,5

Formación Profesional

9,4

10,6

Superior

37,2

44,2

Atendiendo a la nacionalidad, la clase obrera muestra la siguiente estructura: un 80 por ciento de sus miembros de nacionalidad española (16,6 millones) siendo el restante 20 por ciento (casi 4 millones) de nacionalidad extranjera. La clase obrera extranjera venía creciendo y con la crisis se redujo (mínimo en 2015 con 3 millones), posteriormente ha continuado creciendo. Este ascenso, la agudización de la competencia por la venta de la fuerza de trabajo y la sobreexplotación por determinados capitales, son algunos de los determinantes de la reacción xenofoba a la que asistimos desde hace unos años. A pesar de ello la necesidad de mano de obra foránea es incuestionable4.

Si nos fijamos en que tengan un empleo (asalariado) o no, tenemos que la clase obrera tiene una parte ocupada (19,3 millones, el 93 por ciento de la clase) y otra parte parada (1,4 millones, el 7 por ciento). El movimiento en los últimos años muestra que la salarización (porcentaje de asalariados respecto de ocupados) fue creciendo hasta la crisis, se redujo durante ésta (con el mínimo de 83% en 2013) y empezó a crecer con la recuperación económica.

En cuanto a los sectores económicos en los que se contrató a la clase obrera: la mayor parte, unos 13,9 millones, fue en los Servicios (77%); casi 2,6 millones (14%) en la industria; poco más de 1 millón (6%) en la construcción, y casi 500 mil (no llega al 3%) en el sector primario. Desde 2014, tras el estallido de la burbuja del ladrillo y la Gran Recesión, el reparto por sectores ha sido bastante estable.



Agricultura

Industria

Construcción

Servicios

2008

2,5

17,0

11,5

69,0

2023

2,6

14,4

5,8

77,1

Según el carácter público o privado del empleador, la clase obrera ocupada se distribuye entre 15,6 millones del sector privado (81%) y el 3,7 millones perteneciente al sector público (19%). En cuanto a la tendencia de los últimos 20 años hemos de destacar que, excepto en la crisis, el empleo público ha crecido en términos absolutos (lo cual contrasta con el discurso liberal de reducción del sector publico); mientras que en términos relativos el porcentaje ha sido bastante estable.

Si observamos el conjunto de los asalariados en base al tipo de ocupación (tareas y cometidos según competencias y especialización), tenemos que: en torno al 32 por ciento son técnicos y profesionales (científicos, docentes, apoyo a la toma de decisiones); el 21 % son trabajadores de servicios (restauración, protección, personales y vendedores); el 19 % trabajadores cualificados (primario, manufactura, instaladores y construcción); el 14% no cualificados (peones, personal de limpieza, repartidores); el 11% empleados (contables administrativos y de oficina); y, el 3% directores y gerentes. Las ocupaciones predominantemente manuales retroceden a lo largo de los últimos 15 años, mientras que las intelectuales avanzan, particularmente las que tienen que ver con la gestión y el control científicos de los procesos de trabajo y de la intervención social. El obrero colectivo, además de las manos y pies del capital, es cada vez más su cerebro.

Atendiendo al tipo de relación laboral (contrato) según su terminación, tenemos que el número de asalariados indefinidos (incluyendo los fijos-discontinuos que ascienden a 640 mil) asciende a 14,8 millones (83%) frente a los 3 millones (17%) de temporales. Si en 2006 los temporales significaban el 33 por ciento, la crisis los hundió en el 23 por ciento recuperándose posteriormente hasta el 27 por ciento para finalmente descender, en buena medida por efecto de la reforma laboral, hasta el 17 por ciento de 2023.

El tipo de jornada es otro aspecto que diferencia a unos miembros de la clase obrera de otros. La jornada puede ser completa (mayor de 35 horas) o parcial (menor de 30 horas), siendo la remuneración proporcional a la magnitud de dicha jornada. De esta forma los asalariados con jornada completa ascendieron a 15,4 millones (86%) mientras que los que tenían jornada parcial fueron 2,5 millones (14%). Desde 2006 la jornada parcial ha aumentado en términos absolutos, sin embargo esto solo supuso el aumento porcentual hasta el final de la crisis (17%) iniciando un paulatino descenso del porcentaje hasta la actualidad.

En fin, la diversidad de la clase obrera española es un hecho.

Ante esto, algunos han cuestionado la existencia de la clase obrera cuando no han afirmado su irrelevancia política e histórica, invitando al pesimismo y al derrotismo. Otros niegan tal diversidad reafirmándose en la abstracta unidad de la clase obrera invocando formas del pasado; con buenas intenciones, pero con poco realismo hacen un flaco favor a la clase obrera y su protagonismo político.

Por nuestra parte, entendemos que esta diversidad es la forma concreta que adopta en la actualidad la unidad de la clase obrera; que el movimiento de conjunto señala la expansión cuantitativa de la clase obrera; y que los cambios en la composición de ésta apuntan al avance de la clase obrera en el conocimiento, control y gestión de los procesos de producción y de circulación, en las esferas, tanto privadas como publicas, del capital.

No obstante, este avance que pone cada vez más a las claras el carácter prescindible y parasitario de la burguesía, no está exento de contradicciones en el interior de la propia clase obrera. Su tratamiento y superación, deben adoptar las formas que reafirmen la unidad de la clase obrera (lo cual parte de su reconocimiento), que no pueden ser otras que el establecimiento de las relaciones de solidaridad. Pero no una abstracta solidaridad sino la solidaridad que parte de la comunidad de intereses que le imprime el ser portadora de la mercancía fuerza de trabajo que para venderse por su valor exige superar la competencia. Lo cual implica la lucha de clases que acompaña a la venta de la fuerza de trabajo, en sus niveles económico, político e ideológico. Y sobre esta lucha avanzar en la comprensión de la enajenación de la conciencia en el capital, que requiere el desarrollo de la crítica de la economía política5, que despeje el camino hacia la sociedad de los individuos conscientemente asociados, es decir libres.


1Karl Marx en el prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política: “No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario, es su existencia social lo que determina su conciencia.”

2Véase la Encuesta de Población Activa (EPA), serie anual (2006-2023), publicada por Instituto Nacional de Estadística.

3Ver Feminismo y acumulación de capital en España (https://criticonomia.blogspot.com/).

4Para más detalle véase Inmigración y capital en España (https://criticonomia.blogspot.com/).

5Véase la entrevista a Juan Iñigo Carrera, director del CICP (www.cicpint.org) titulada La obra de Marx como posibilidad de autoconocimiento como sujeto político.