jueves, 21 de noviembre de 2024

La crisis de la izquierda y la dialéctica

Desde hace años, en los países capitalistas, más concretamente en España, se viene hablando de la crisis de la izquierda. Hasta el punto de cuestionarse la propia identidad. 

Si queremos enfrentar con garantías, en la práctica, la situación de la izquierda no tenemos más remedio que pensarlo, expresarlo y discutirlo; volver a la teoría. Y dejar de elaborar apretados calendarios de movilizaciones o actos, por no hablar de estrujar el potencial electoral mediante coaliciones, que pongan nuestra atención donde no está el problema.

Numerosas son las formas que adquiere esta crisis: fraccionamiento en partidos, escasa adhesión de la ciudadanía, separación de la clase obrera, vaivén electoral, la errática política de alianzas, malas soluciones de las discrepancias internas y externas, las incoherencias personales, incluso en lo programático la cosa no esta bien, y un largo etcétera. 

La cuestión, más allá de las formas, es ver las causas, descubrir el contenido. En esto contamos con la ayuda de Marx; hay que partir de la reproducción del capital y la conciencia que de ella emana.

Así bajo la forma de la acumulación y la valorización, la reproducción capitalista implica el desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo en la sociedad; expandiéndose la producción, el consumo, el cambio, la ciencia, la técnica, entre otras formas de aquellas fuerzas. 

Aquellas formas del proceso de vida social (la expansión sin límites del valor que se valoriza) se expresa como una particular manera de organización en las cabezas de los órganos individuales del cuerpo social (los individuos), la conciencia libremente enajenada en el capital. Esta conciencia enajenada bajo la forma de la libertad (individual), la igualdad (mercantil), la propiedad (privada) y la utilidad (egoísmo), que dirá Marx, naturaliza y eterniza el orden social capitalista.

Sin embargo, la reproducción capitalista a la vez que desarrolla incesantemente las fuerzas productivas del trabajo, conlleva el antagonismo de las clases (capitalista y obrera) y su lucha, que se expresa de diversas formas: guerras, desastres ecológicos, explotación laboral, desigualdades sociales y un largo etcétera de contradicciones. Estos “problemas”, consustanciales a la sociedad capitalista, son la base material de una voluntad de cambio que puede alcanzar una mayor o menor conciencia de que ello termina pasando por la superación del propio capitalismo. La expresión política de esta voluntad de cambio es a lo que denomino izquierda.

La izquierda, por tanto, se enfrenta a una contradicción: por su origen capitalista es acreedora de la conciencia libremente enajenada mientras, por otro, debe su singularidad a su potencia crítica del capitalismo. Así, su conciencia enajenada en el capital es la forma bajo la que se expresa su contenido crítico del capitalismo.

Para superar esta contradicción, de modo que la acción de la izquierda conduzca a la realización plena de la conciencia transformadora, es requisito desarrollar su contenido crítico.

La crítica debe pasar de ser una crítica de las formas (formal) a ser una crítica de los contenidos (radical). Esto, en las sociedades capitalistas, significa vincular los fenómenos al movimiento del capital. Por tanto, empezar a mirar los fenómenos, todos (los de fuera y los de dentro, de la izquierda) siguiendo la senda de la Critica de la Economía Política, que inaugurara Karl Marx.

Un ejemplo, por si aclara lo que pretendo decir. Denunciar la pobreza en el capitalismo sin plantearse salir del capitalismo, no solo es una tarea sisífica sino que termina convirtiendo la pretendida redistribución capitalista de la riqueza en caridad; y da igual que intervenga el estado, bajo la pretensión de un derecho y un deber ciudadanos, sería caridad estatal o imposición según el punto de vista. Es más, con ser un avance la intervención del estado, si ésta se ve como solución definitiva (renunciando a una sociedad donde se resuelva la pobreza), convertimos al estado en un fetiche, y la conciencia sigue enajenada, ahora no en el capital sino en el estado (que en el capitalismo, es una forma del capital). La crítica radical implica vincular la pobreza al capitalismo y la solución definitiva a la superación del modo de producción capitalista, y ello no excluye las formas intermedias de avanzar.

En cualquier caso, trascender de la crítica de las formas a la crítica de la raíz nos remite al conocimiento objetivo y al método de conocimiento.

La izquierda, para desarrollar su carácter crítico, necesita pasar del conocimiento de las formas al conocimiento de los contenidos; debe mirar más allá de la apariencia y descubrir la esencia, o sea dotarse del conocimiento objetivo de la realidad. Por ello, ha de cuestionar y someter a crítica los saberes, a veces pretendidamente científicos, que se quedan en las formas y niegan sus contenidos, justificando el orden existente, negando su transformación y abocando a la izquierda a la incapacidad para realizar su conciencia transformadora, o sea condenándola al fracaso.

Pero, la obtención de este conocimiento objetivo requiere un método. La crítica radical implica descubrir el contenido tras la forma en que se presenta la realidad. En consecuencia, el método que hace posible tal crítica ha de distinguir la forma del contenido, en primer lugar, y no identificarlos como hace la lógica. En segundo lugar, el método ha de explicar la transformación, cuestión que niega, en su afán inmovilista, la lógica. En otro lado, véase mi blog Criticonomia, me he referido a la diferencia entre los métodos lógico y dialéctico.

Tal método, hasta donde conozco, es la dialéctica materialista que permite apropiarse idealmente la realidad mediante la reproducción en el pensamiento de su necesidad (contenido). Así, la dialéctica, proporciona el conocimiento de las causas de la realidad, el conocimiento objetivo.

A partir de ahí, en mi opinión, apalancando la voluntad de cambio con el conocimiento objetivo que proporciona el método dialéctico, la izquierda debe plantearse qué conciencia portada por qué sujeto ha de regir qué acción como forma necesaria de la superación del capitalismo.


domingo, 17 de noviembre de 2024

Próximamente: sobre la crisis en la izquierda

Un adelanto. 

Desde hace años, en los países capitalistas, más concretamente en España, se viene hablando de la crisis de la izquierda. Hasta el punto de cuestionarse la propia identidad.

Si queremos enfrentar con garantías la situación en la práctica de la izquierda no tenemos más remedio que pensarlo, expresarlo y discutirlo; volver a la teoría. Y dejar de elaborar apretados calendarios de movilizaciones o actos, por no hablar de estrujar el potencial electoral mediante coaliciones, que pongan nuestra atención donde no está el problema.

jueves, 7 de noviembre de 2024

En defensa del marxismo clásico: una respuesta a Isidoro Moreno


Con el máximo respeto que puedo profesar y con la humildad de quien se reconoce menos puesto en Antropología, me dirijo al catedrático Isidoro Moreno respondiendo a su artículo A propósito del caso Errejón1.

Este artículo plantea una cuestión interesante, como explicarse que un político de izquierda que predica el feminismo tenga unos comportamientos privados antifeministas (en mi blog Criticonomia2 pueden ver mi planteamiento). Mi desacuerdo con el artículo es la vinculación que establece Isidoro Moreno, IM en adelante, con la presencia del marxismo clásico en la izquierda, que sirve a IM para descargar su crítica con este marxismo. En particular, le reprocha considerar a las diferencias y desigualdades de clase, frente a otras diferencias como las de sexo o raza, como elemento vertebrador de las sociedades actuales, factor determinante de sus cambios y de la evolución de las sociedades.

Cuando IM niega que la historia de la humanidad sea la historia de la lucha de clases, me pregunto, si le parece más cierto que la historia de la humanidad sea la historia de la lucha de sexos, o de la lucha de razas, o de la lucha de cualquier otro aspecto de las personas. Claro, que siempre se puede decir que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de todos los elementos identitarios que hacen a las personas y, por ese camino, terminemos en la tautología.

Sí me parece sugerente aprovechar la intervención de IM para plantearnos por qué el marxismo otorga un lugar central a las clases sociales, frente a otros aspectos como el sexo, la raza, la altura, el peso, la lengua, etc. de las personas, para explicar el movimiento de las sociedades a lo largo del tiempo, o sea la historia de las sociedades.

Antes que nada y para despejar dudas, el marxismo “clásico”, entendiendo por tal la obra de Karl Marx y Frederic Engels, tiene un planteamiento que aborda el conjunto de la sociedad, incluidos las desigualdades de sexo, raza, y todas las que conocieran estos autores, solo que las vinculan de diversas maneras a las desigualdades de clase.

Dentro de la variedad de formas sociales presentes en una sociedad, el marxismo clásico destaca el papel de las clases sociales. Por supuesto, cuando existen. En las sociedades sin clases, léase en las comunidades primitivas, si no hay clases es claro que el marxismo “clásico” -mal que les pese a sus críticos- no explica dichas formaciones sociales, sus relaciones internas y su evolución, por la lucha de clases.

Una última observación respecto de la crítica de Moreno al marxismo clásico antes de exponer lo que éste dice. El que las diferencias de sexos existan antes que las diferencias de clase social, como afirma IM y que no le discutimos, no es argumento para afirmar que son más explicativas de la dinámica de las sociedades actuales (capitalistas). Pero, es más, en mi opinión y sin ser un experto del conocimiento de las sociedades, el que las diferencias de sexos existan desde el origen de la humanidad no quita para que éstas adquieran contenidos diversos, y con ello tengan más o menos relevancia, según el modo de producción en el que se inserten. No creo que haga falta explicar esto, pero bástenos un ejemplo que lo ilustra: la subordinación de la mujer al hombre no es igual, ni tiene la misma función, en una sociedad esclavista que en una sociedad capitalista

Pero, yendo a lo que considero importante: qué dice el marxismo clásico al respecto de las sociedades y su movimiento.

En mi opinión está expresado en el prólogo a la Contribución de la Crítica de la Economía Política. A veces por archinombrado no reparamos en él, pero recomiendo la lectura de estas cuatro páginas a cualquier persona que quiera acercarse sin prejuicios a lo que dice el marxismo “clásico”. La síntesis, aunque Marx se detiene, es: “No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario, es su existencia social lo que determina su conciencia.”

Es la existencia social, particularmente el modo de producción de la vida material (fuerzas productivas del trabajo y relaciones de producción), lo que determina el proceso social, político e intelectual de la vida en general, dirá Marx.

Y qué tienen que ver las clases sociales y su lucha con todo lo anterior. Nuestro autor insiste en este prólogo: las formas jurídicas y políticas no se pueden comprender por sí mismas, ni como expresiones del desarrollo general del espíritu humano; hay que buscar su explicación en las condiciones materiales de vida, o lo que Hégel denomina la sociedad civil. Marx profundiza: hemos de ver la anatomía de la sociedad civil, que descansa en la economía política. Esta ciencia plantea cómo se produce la riqueza y quién, y por qué, se la apropia. Esto es, el reparto del producto social entre las clases sociales, cuando existen. Y si nos retrotrajésemos a las sociedades sin clases descubriríamos la presencia del trabajo social como factor determinante. Pues, las clases sociales no son más que la posición que tienen los individuos ante este trabajo social, su ejecución y el reparto de sus resultados. Aquí aprovecho para sugerir la lectura de un opúsculo de Engels, El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre.

Lamentablemente, mal que les pese, a las personas que desprecian el marxismo por reduccionista, determinista, axiomático, etc. los investigadores, y el propio razonamiento de la cuestión, no conceden tanta importancia a otro tipo de diferencias sean éstas anatómicas, cognitivas, sexuales, raciales o de cualquiera otra índole, que hay miles. A las cuales no quito importancia, pero están subordinadas a las que se plantean en el ámbito del trabajo social y, por extensión, a las clases sociales, cuando están presentes dichas clases obviamente.

Es más opino que es tarea del marxismo, y de cualquiera que pretenda explicarse la realidad social, el investigar todas las formas sociales presentes; pero también opino que el carácter marxista de una tal investigación es vincularlas a la relación social general de las sociedades modernas, el capital.





1Publicado en diversos periódicos: Diario de Sevilla, El Dia de Córdoba, Granada Hoy, entre otros.

2https://criticonomia.blogspot.com/2024/10/el-caso-errejon-y-la-maldicion-de-la.html