jueves, 7 de noviembre de 2024

En defensa del marxismo clásico: una respuesta a Isidoro Moreno


Con el máximo respeto que puedo profesar y con la humildad de quien se reconoce menos puesto en Antropología, me dirijo al catedrático Isidoro Moreno respondiendo a su artículo A propósito del caso Errejón1.

Este artículo plantea una cuestión interesante, como explicarse que un político de izquierda que predica el feminismo tenga unos comportamientos privados antifeministas (en mi blog Criticonomia2 pueden ver mi planteamiento). Mi desacuerdo con el artículo es la vinculación que establece Isidoro Moreno, IM en adelante, con la presencia del marxismo clásico en la izquierda, que sirve a IM para descargar su crítica con este marxismo. En particular, le reprocha considerar a las diferencias y desigualdades de clase, frente a otras diferencias como las de sexo o raza, como elemento vertebrador de las sociedades actuales, factor determinante de sus cambios y de la evolución de las sociedades.

Cuando IM niega que la historia de la humanidad sea la historia de la lucha de clases, me pregunto, si le parece más cierto que la historia de la humanidad sea la historia de la lucha de sexos, o de la lucha de razas, o de la lucha de cualquier otro aspecto de las personas. Claro, que siempre se puede decir que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de todos los elementos identitarios que hacen a las personas y, por ese camino, terminemos en la tautología.

Sí me parece sugerente aprovechar la intervención de IM para plantearnos por qué el marxismo otorga un lugar central a las clases sociales, frente a otros aspectos como el sexo, la raza, la altura, el peso, la lengua, etc. de las personas, para explicar el movimiento de las sociedades a lo largo del tiempo, o sea la historia de las sociedades.

Antes que nada y para despejar dudas, el marxismo “clásico”, entendiendo por tal la obra de Karl Marx y Frederic Engels, tiene un planteamiento que aborda el conjunto de la sociedad, incluidos las desigualdades de sexo, raza, y todas las que conocieran estos autores, solo que las vinculan de diversas maneras a las desigualdades de clase.

Dentro de la variedad de formas sociales presentes en una sociedad, el marxismo clásico destaca el papel de las clases sociales. Por supuesto, cuando existen. En las sociedades sin clases, léase en las comunidades primitivas, si no hay clases es claro que el marxismo “clásico” -mal que les pese a sus críticos- no explica dichas formaciones sociales, sus relaciones internas y su evolución, por la lucha de clases.

Una última observación respecto de la crítica de Moreno al marxismo clásico antes de exponer lo que éste dice. El que las diferencias de sexos existan antes que las diferencias de clase social, como afirma IM y que no le discutimos, no es argumento para afirmar que son más explicativas de la dinámica de las sociedades actuales (capitalistas). Pero, es más, en mi opinión y sin ser un experto del conocimiento de las sociedades, el que las diferencias de sexos existan desde el origen de la humanidad no quita para que éstas adquieran contenidos diversos, y con ello tengan más o menos relevancia, según el modo de producción en el que se inserten. No creo que haga falta explicar esto, pero bástenos un ejemplo que lo ilustra: la subordinación de la mujer al hombre no es igual, ni tiene la misma función, en una sociedad esclavista que en una sociedad capitalista

Pero, yendo a lo que considero importante: qué dice el marxismo clásico al respecto de las sociedades y su movimiento.

En mi opinión está expresado en el prólogo a la Contribución de la Crítica de la Economía Política. A veces por archinombrado no reparamos en él, pero recomiendo la lectura de estas cuatro páginas a cualquier persona que quiera acercarse sin prejuicios a lo que dice el marxismo “clásico”. La síntesis, aunque Marx se detiene, es: “No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario, es su existencia social lo que determina su conciencia.”

Es la existencia social, particularmente el modo de producción de la vida material (fuerzas productivas del trabajo y relaciones de producción), lo que determina el proceso social, político e intelectual de la vida en general, dirá Marx.

Y qué tienen que ver las clases sociales y su lucha con todo lo anterior. Nuestro autor insiste en este prólogo: las formas jurídicas y políticas no se pueden comprender por sí mismas, ni como expresiones del desarrollo general del espíritu humano; hay que buscar su explicación en las condiciones materiales de vida, o lo que Hégel denomina la sociedad civil. Marx profundiza: hemos de ver la anatomía de la sociedad civil, que descansa en la economía política. Esta ciencia plantea cómo se produce la riqueza y quién, y por qué, se la apropia. Esto es, el reparto del producto social entre las clases sociales, cuando existen. Y si nos retrotrajésemos a las sociedades sin clases descubriríamos la presencia del trabajo social como factor determinante. Pues, las clases sociales no son más que la posición que tienen los individuos ante este trabajo social, su ejecución y el reparto de sus resultados. Aquí aprovecho para sugerir la lectura de un opúsculo de Engels, El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre.

Lamentablemente, mal que les pese, a las personas que desprecian el marxismo por reduccionista, determinista, axiomático, etc. los investigadores, y el propio razonamiento de la cuestión, no conceden tanta importancia a otro tipo de diferencias sean éstas anatómicas, cognitivas, sexuales, raciales o de cualquiera otra índole, que hay miles. A las cuales no quito importancia, pero están subordinadas a las que se plantean en el ámbito del trabajo social y, por extensión, a las clases sociales, cuando están presentes dichas clases obviamente.

Es más opino que es tarea del marxismo, y de cualquiera que pretenda explicarse la realidad social, el investigar todas las formas sociales presentes; pero también opino que el carácter marxista de una tal investigación es vincularlas a la relación social general de las sociedades modernas, el capital.





1Publicado en diversos periódicos: Diario de Sevilla, El Dia de Córdoba, Granada Hoy, entre otros.

2https://criticonomia.blogspot.com/2024/10/el-caso-errejon-y-la-maldicion-de-la.html

2 comentarios:

  1. Saludos, Andrés, “No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario, es su existencia social lo que determina su conciencia.", exacto, pero dos cuestiones, una es que habla de "hombres" no de Humanidad, pues por el 1848 las mujeres no eran aun seres sociales, aunque de refilón ambos autores trataran su situación insisto en lo de "refilón",, puesto que en cualquier sociedad a parte de las clases sociales que pueda haber, hay otra aun más supeditada que es inmutable a lo largo de la Historia: la clase social que representa la mitad de la Humanidad: las mujeres, su existencia social es diferente a la de los hombres, se parte de una realidad material objetiva a una existencia social que determina nuestra conciencia, además, esta es independiente de la clase a la que se nos sitúe, una mujer estará sometida a los designios de su realidad material por mucho que sea reina o presidenta, aunque eso signifique que esa mujer no va a emancipar al resto de mujeres, o peor: que contribuya a su sometimiento, porque, de la misma forma que en la clase trabajadora el funcionariado representa una parte privilegiada de ella, sigue siendo clase trabajadora, así pasa con las mujeres de clases altas, siguen siendo mujeres y les inculcarán que su existencia está en una posición subordinada y todas, absolutamente todas somos muy conscientes de que se nos puede "neutralizar" mediante la violencia sexual, ostracismo social o cualquiera de las herramientas que se usan para que no nos emancipemos total y definitivamente.

    Por eso el Feminismo (radical y como no, marxista) ha concluido que las mujeres representamos otra clase social, dando igual que en el hipotético caso de que tuviésemos el partido más marxista gobernando seguiría habiendo una clase oprimida, la de la mujer a la que se le seguiría robando las plusvalías de unos trabajos que seguirían en la esfera de lo privado pese a que contribuyen al sostenimiento de las sociedades, como si hubiésemos nacido con un estropajo incrustado en nuestras manos, un irrenunciable mandato del cuidado a otras personas, o la sumisión y discreción que se nos pide continuamente... de miles de formas sibilinas.

    Y, desde luego, no es comparable el sexo a la raza, aunque la raza pueda ser usado como elemento de opresión, como tampoco lo puede ser tener una discapacidad, aunque ello signifique que en la sociedad X en la que se viva se hará en peores condiciones, puesto que aun en esos supuestos hombres y mujeres vivirán en condiciones muy diferentes y les marcará su "designio" social. Queráis o no verlo. Por eso las feministas estamos en guardia en "espacios mixtos" porque ni el marxista más pintado de la Historia contribuye de forma absoluta a acabar con esta desigualdad estructural.

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    1. Salud Solpro, agradecerte el comentario dobleme nte. Sobre todo porque me permitirá reflexionar más sobre la diferencia de sexos en la sociedad capitalista, cuestión que ya abordé. Varias cuestiones me sugieren tu comentario: Marx y Engels, sobre todo este último, trataron el tema de la mujer con un sentido bastante más feminista que el mayoritario en su época (creo que es justo valorar a cada persona en su contexto histórico); la referencia de Marx a los "hombres" podría sustituirse perfectamente por la humanidad y no dejaría de ser válida, como dices; estoy de acuerdo contigo en la opresión femenina a lo largo de la historia, pero eso no las convierte en clase social; no estoy de acuerdo en que todas las mujeres son igualmente oprimidas por el hecho de ser mujeres y en eso se igualan reinas y sirvientes, ni las relaciones entre ambas ni las relaciones de cada una con su pareja o con la pareja contraria no son equiparables; el socialismo debería de resolver la opresión de sexos; y en ello, como en tantos otros aspectos, el desarrollo capitalista le ayudaría como la historia nos va mostrando, me refiero al avance de la mujer en la sociedad, incluso a su equiparación con el hombre pues el capitalismo convierte a la mayoría de ambos en miembros de la clase obrera y en eso son "iguales" y solidarios; me parece bien que el feminismo esté en guardia, el feminismo es necesario para la lucha de clases, pero no debería perder de vista al capital pues buena parte de la opresión femenina debe sus formas más brutales al carácter capitalista de las relaciones sociales; en fin, agradecerte nuevamente el comentario y pedirte que más adelante seguiré reflexionando sobre lo que has escrito y sobre el papel de la mujer en la sociedad capitalista.

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