Introducción
El aniversario de la gran revolución rusa, el 25 de octubre (7 de noviembre en el calendario actual) de 1917, nos da un pretexto para pensar el régimen soviético.
Más allá de un asunto espinoso para los que se reclaman de la superación del capitalismo (socialistas, comunistas, marxistas, entre otros), e incluso para la izquierda estatalista, nos parece de cierta actualidad. No sólo la nueva potencia mundial, China, sino otros países como Vietnam, Laos, Cuba o Corea del Norte tienen regímenes similares.
Dicho esto, la pregunta es si la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS, 1922-1991) fue la realización del socialismo, y si no lo fue qué modo de producción era el dominante, o qué relación social general regía aquella sociedad.
Interpretaciones sobre la naturaleza social de la URSS
Una puede tener la tentación de guiarse por lo que los soviéticos escribían. Por ejemplo, echar mano del Manual de Economía Política de la Academia de Ciencias de la URSS que afirma que se estaba superando la primera fase del comunismo, el socialismo. O mejor aún, ver lo que decían sus constituciones: la de 1936 destacaba que la sociedad soviética había alcanzado el socialismo, y la de 1977 sostuvo que la URSS había construido el socialismo de todo el pueblo.
En esto coincidían con la ciencia oficial de los países capitalistas con la diferencia que éstos destacaban la dictadura, el totalitarismo, etc.
La posición del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética, partido único) también era compartida por los regímenes y las corrientes prosoviéticos (Ibarruri, Líster). Sin embargo, otras corrientes del marxismo discrepaban. Sin ánimo de ser exhaustivos veamos algunas.
La socialdemocracia clásica (Bernstein, Kautsky) negará el carácter socialista por la falta de elementos democráticos y el recurso a la violencia estatal. Los modernos hacen un uso “estético” del socialismo.
Los consejistas (Pannekoek, Maurin, Nin) serían de los primeros en criticar la forma partido-Estado y el trabajo asalariado planteando que se trataba de un capitalismo de Estado. Por su parte, lo trotskistas hablan de un socialismo degenerado donde la burocracia habría traicionado a la clase obrera, con fuerte crítica al estalinismo.
Maoistas y prochinos sostendrán que, tras el XX Congreso (1956), la URSS dejó de ser socialista para convertirse en social-imperialista.
Los eurocomunistas (Carrillo, 1977), críticos con el régimen soviético (Praga-1968, falta de libertades), lo califican de “intermedio”, ni capitalismo ni socialismo.
Muy similar, pero trece años antes, la posición de Claudín y Semprún (1964). También Sacristán (1968), del que se conmemora el centenario, niega el carácter socialista, además de criticar al estalinismo.
Otros teóricos coinciden en “ni socialismo ni capitalismo” sino régimen colectivista burocrático, donde la burocracia sería la nueva “clase” social enfrentada a la clase obrera por la gestión productiva.
Pero, dejemos las interpretaciones y pasemos a los hechos históricos.
En qué condiciones se formó la URSS
La previsible derrota rusa frente a la Alemania creó las condiciones para la revolución rusa que de la mano de Lenin y del partido bolchevique (escisión del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia), bajo la consigna “Paz, pan y tierra”, dando paso a la URSS.
La reacción internacional y el fracaso de la revolución mundial situarían a la nueva nación, en situaciones (internas y externas) complicadas: la guerra civil (1918-1922), guerra contra Polonia (1919-1921), campañas del Cáucaso (1918-1921), enfrentamiento con China (1929), el enfrentamiento con los kulaks por la colectivización (1929-1933), la guerra con Finlandia (1939-1940), los choques con Japón (1938 y 1945), la II Guerra Mundial (1939-1945), las deportaciones del colaboracionismo nazi, la Guerra Fría entre 1946 y 1979 (Berlin, Corea, Suez, Cuba, Oriente Medio, China, Afganistán), intervenciones en Hungría (1956) y Checoslovaquia (Primavera de Praga-1968), la guerra de Afganistán (1979-1989), diversos levantamientos secesionistas en la segunda parte de los ochenta y primeros noventa.
Como se ve pocos fueron los períodos de paz del régimen soviético. A pesar de ello, la URSS hizo logros importantes: avance en derechos laborales (jornada de ocho horas, vacaciones pagadas, abolición del desempleo, el moderno sindicato de servicios desde 1930s, entre otros); feminismo (voto, divorcio, aborto, trabajo fabril e incluso pilotaron aviones frente a los nazis), cívicos (alfabetización masiva en 1930s, educación-sanidad-vivienda-transporte gratuitos) y nacionalistas (teórico derecho a la secesión, autonomías); derrotó a los nazis en la IIGM (recomendamos el podscat La operación Urano); disputó más que honorablemente la carrera aeroespacial, la nuclear, y aspectos del progreso tecnológico y científico (matemáticas, astrofísica, química, biología), entre muchas otras cuestiones (cultura, deporte, ajedrez). Algunas de ellas fueron palancas fundamentales para su implantación en las sociedades capitalistas occidentales.
Cierto que, a veces, a un precio muy elevado: cada guerra fue seguida de hambre y muerte (la IIGM se llevó más de 20 millones de soviéticos), “errores” en las políticas que condujeron a hambrunas, la resistencia campesina a la colectivización forzosa (1929-1933), las purgas estalinistas (1936-1938) con mayoría de camaradas (Zinoviev, Kamenev, Bujarin, Rubin, Preobrazhenski, posteriormente Trotsky), la fuerte represión y persecución hacia los opositores (Sakharov, Solzhenitsyn), ausencia de “libertades” (prensa, expresión, movilidad), entre otras.
Pero, de vuelta: qué modo de producción sustentó a esta sociedad soviética.
Qué fue la URSS
Un régimen que expropió rápidamente a capitalistas y terratenientes (1917), eliminándolos y con ellos la competencia entre capitales. La propiedad de los principales medios de producción (industria, transporte, banca) se estatalizó aunque parte de la tierra se repartió entre campesinos (en los años 30 serán obligados a formar explotaciones estatales o cooperativas). La producción y la circulación de bienes y servicios se planifica (el primer plan quinquenal 1928-1932). Hasta aquí los principales elementos que nos hablarían de la superación del capitalismo y de la instauración de un nuevo modo de producción, el socialismo.
Frente a esto los elementos capitalistas: los productos del trabajo, bienes y servicios, que son medios de vida (los medios de producción los asigna el estado), siguen adoptando la forma mercancía y adquiriéndose en el mercado (regulado) a cambio de un precio; la fuerza de trabajo es una mercancía a la que se le paga un salario, por tanto, la clase obrera (asalariados) sigue existiendo. Lo cual nos lleva a plantearnos la existencia de la explotación de la fuerza de trabajo, y de la relación capitalista. También existe el dinero (el rublo no es simple unidad de cuenta, es medio de compra); a partir de 1960, se crea el crédito oficial y se establece el precio del dinero (tipo de interés).
En mi opinión, el estado sería, como propietario de los medios de producción, el gran capitalista. Gestionaría la producción a través de la oficina del plan (Gosplan), de igual manera que una empresa planifica su actividad. Las empresas serian órganos estatales, aún así compiten por la fuerza de trabajo, por la inversión y por el crédito, persiguiendo mayor autonomía.
Los mercados negros o paralelos, colas, cuellos de botella, corrupción, serían formas que acompañan al capitalismo de estado. En el que, a su vez, coexiste la tendencia a desarrollar los elementos capitalistas como muestran las diversas reformas que se emprendidas para asimilar el funcionamiento al de un mercado capitalista competitivo (NEP de Lenin en 1921-1928, los sovnarkhozy de Jrushchov en 1957, el beneficio planificado de Liberman de 1965, aperturismo al exterior de Brezhnev en 1973-1974, principio de autofinanciación impulsado por Kosygin 1973-1975, Perestroika de Gorbachov en 1985-1990).
Conclusión
La URSS fue la primera vez en la historia que el proletariado nacional, mediante la revolución soviética, eliminaba a capitalistas y terratenientes.
Pero, las relaciones sociales capitalistas (mercancías, dinero y trabajo asalariado) se mantuvieron.
Por lo que el estado soviético, que centralizó los medios de producción, seguía siendo el representante político del capital en su conjunto, un estado capitalista.
Aunque el estado estaba en manos de la clase obrera -no había otra-, solo una fracción de ésta, la ocupada estatalmente en puestos directivos (burocracia), se encargaba de la planificación y gestión de la sociedad.
Añadimos que la inserción en el mercado mundial, donde el estado soviético compite cual capital privado, muestra a la URSS como una forma específica del capitalismo.
Y esto nos enfrenta a la organización social del trabajo privado como un atributo enajenado en el capital, en la que el fetichismo de la mercancía es permanentemente negado como necesidad ideológica.
En cualquier caso, algunas preguntas nos asaltan: qué sentido histórico tuvo la revolución rusa en el contexto del desarrollo del capitalismo mundial; por qué el capitalismo estatal ruso hubo de revestirse del socialismo y recurrir al marxismo (materialista histórico y materialismo dialéctico); qué obstáculo encontró aquella generación de intrépidos y capacitados revolucionarios para superar el capitalismo ruso; si aquello fue capitalismo por qué la clase capitalista no le dió un momento de sosiego; por qué las fuerzas productivas de la sociedad rusa, que permitieron la victoria sobre el nazismo (ver el podcast La operación Urano), en vez de dar paso al socialismo evolucionaron hasta tomar forma en el actual capitalismo competitivo, previa desintegración del bloque de la Europa del Este (deshaciendo el imperialismo soviético). En fin.
Cien años después, algunas de las cuestiones planteadas, nos siguen interpelando. Ni la propiedad estatal ni la planificación son suficientes para hablar de socialismo. China, donde además se acompaña de capital privado y competencia, nos lo confirma. Sin embargo, hasta donde sé, a menos que el desarrollo tecnológico (automatización, IA) nos abra otras vías o formas de organización, ambas seguirán siendo necesarios para lograr la unidad directa entre la producción y el consumo sin más mediación que los seres humanos guiados por el conocimiento científico.
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