martes, 1 de octubre de 2024

Libertad de información y capital: el caso del genocidio antisionista

El tratamiento informativo de la masacre que está llevando a cabo el gobierno de Israel sobre las poblaciones de Palestina (Gaza y Cisjordania), Líbano, Siria, Yemen y no sabemos donde parará, nos pone de manifiesto la deformación ideológica a la que estamos sometidos, al menos en España pero muy probablemente extensible a los países de la Unión Europea, EEUU y alguno más (capitalismo anglo-europeo, clásico, occidental, maduro, primero, mas antiguo, en este caso pro-sionista).

También las declaraciones de los políticos, empezando por los gobernantes, de estos países nos deja muestras de la capacidad para pretender decir mucho sin decir nada, y si no véanse las declaraciones lamentándose día sí y al otro también de la situación trágica y apelando en el vacío a la necesidad de que haya paz allí donde Israel deja sus bombas, todo acompañado de rostro compungido y de la ausencia de decisiones efectivas aunque sean simbólicas hacia el gobierno de Israel, su máximo dirigente o las empresas israelíes y sus propietarios. Las antípodas de como se actuó cuando la invasión rusa de Ucrania.

Pero, volviendo al tema de los medios de información. Uno se debe preguntar por qué el silencio, la desinformación, el ocultamiento, hacia la masacre y el genocidio que lleva a cabo el gobierno de Israel hacia las poblaciones de los países cercanos, por parte de la mayoría, no todos afortunadamente, pero sí de una gran mayoría de prensa nacional y regional, radios y televisiones. Aquí no entramos en el fenómeno de la desinformación conectada a las redes sociales, ni los medios de información de internet, nos referimos a los tradicionales que pretenden aparecer como el templo de la neutralidad y la exquisitez informativa.

Una primera respuesta podría ser que los periodistas que tratan estas noticias tienen esta opinión y la expresan libremente en los medios para los que trabajan. Y a renglón seguido habría que preguntarse por qué tienen esta opinión. Ante lo cual algunos podrían rebuscar en sus personalidades, en su formación, en su evolución ideológica, y ahí se abriría un universo de posibilidades que requeriría un inteligencia artificial para poner en pie la cantidad de datos extraídos, las regularidades descubiertas, etcétera.

Sin descartar la sugerencia de que los periodistas expresan su opinión, esto no es condición suficiente para que su opinión sea publicada por los medios de información para los que trabajan. Estos medios deciden publicar al margen de la ideología de los periodistas a los que contratan pero sí se guían por la opinión de sus propietarios. Los propietarios de los medios de información ordenan qué línea informativa ha de prevalecer en cada tema que trate el medio.

La siguiente cuestión que se impone a quien quiera entender el tratamiento informativo de la matanza indiscriminada de palestinos, libaneses, yemeníes, etc es por qué los propietarios de la mayoría de medios de información tradicionales lo decide. De nuevo se nos abriría la posibilidad de tomar a cada uno de los propietarios e indagar en su biografía, sus orígenes sociales, su formación y evolución ideológica, para explicarnos sus decisiones al respecto de la tal matanza por su abstracta conciencia. Pero, incluso dicha conciencia ha de ser explicada.

Los propietarios de medios de información, muchas veces entidades colectivas como fondos, sociedades o instituciones sin animo de lucro, son por encima de todo capitalistas, que deben personificar a su capital; deben actuar como si fueran el propio capital a riesgo de dejar de existir como tales capitalistas. Si un capitalista deja de personificar a su capital, o sea deja de comportarse para valorizar dicho capital e incrementarlo, más pronto que tarde obtendrá perdidas, debilitara a su capital y con él a su propia figura de capitalista, terminando por desaparecer. Esta es la base sobre la que se asienta la conciencia enajenada en el capital de la clase capitalista, del conjunto de capitalistas individuales.

Eso sí, esta enajenación no aparece tal cual sino revestida de libertad. Los propietarios son "libres" de hacer lo que quieran pero si no se comportan como si fuesen su capital están muertos. Así que los capitalistas de los medios de información que defienden y no critican las mortandades causadas por el gobierno de Israel en los últimos tiempos, al fijar esta línea informativa no hacen más que mostrarnos su "libre" elección determinada por su enajenación en el capital que poseen. Mal que les pese, a los periodistas, a través de los que opinan sus empleadores, hacen lo mismo: expresar su "libre" opinión resultado de una conciencia enajenada en la fuerza de trabajo que emplea el capital de los medios de información de comportamiento pro-sionista.

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