Desde 1973, con el golpe militar apoyado por USA (CIA, Operación Cóndor), que instauró la dictadura fascista (1973-1990), se inauguró la modalidad neoliberal del capitalismo (Chicago Boys). Su creación del sistema privado de pensiones fue una expresión de la mercantilización de la vida social.
Posteriormente, durante la Concertación (1990-2006) se primó una transición política pactada. Luego, con la alternancia Bachelet-Piñera (2006-2022) y, más recientemente, con el gobierno de Boric (2022-2026), se renovaron discursos, se celebraron elecciones, se cambiaron gobiernos, pero el modo de producción capitalista permaneció.
Tras poco más de cincuenta años, con la victoria electoral del ultraderechista Kast se cierra esta onda larga del capitalismo chileno. Detengámonos en algunos de sus rasgos.
El capital mundial y Chile
Durante este tiempo (1973-2026), la venta de la fuerza de trabajo para su valorización, ha sido la forma de organizarse la sociedad, yendo acompañada tanto de expresiones ideológicas (propiedad, igualdad, libertad e interés privado), como políticas (leyes, sistema de partidos, Estado).Además, en el caso chileno, esta generalidad está inscrita en el lugar que ocupa en la acumulación y circulación mundiales del capital. El cobre y, recientemente, el litio muestran la inserción del capital chileno en las cadenas globales de valor, y cómo ello genera estabilidad, inversión, productividad y disciplina social.
Esta es la primera determinación de la ideología conservadora y “derechosa” de toda la población, cuya expresión sintética es “lo primero es el empleo”, o “gobierne, quien gobierne, el sistema se defiende”. Así, mientras la política consiste en la administración del crecimiento, el empleo o el coste de la vida, el capitalismo no se cuestiona.
Chile y la lucha de clases
Ahora bien, estar en un lado u otro de la relación capitalista-asalariado, o sea estar en el polo capitalista (no solo ser capitalista, también realizar funciones capitalistas) o en el obrero, afecta a la manera de vivir y de pensar la propia relación. Ante el conflicto de intereses propio de la relación capital, compraventa de la fuerza de trabajo y explotación capitalista, ambos polos tienden a organizarse (sindicatos o asociaciones gremiales) y a disputar (salario, jornada, convenios y leyes laborales).
No es lo mismo ser el empleador que el empleado, el explotador que el explotado. Esto se sintetiza en “un empleo de calidad”. En esta lucha de clases se abre un abanico de combinaciones ideológicas en ambos polos.
Particularmente, la izquierda se dispone al cambio cuantitativo (reformista) o, con más esfuerzo, cualitativo (revolucionario). Así mientras la primera plantea “empleo de calidad” o “estado de bienestar”, la segunda propone “expropiar y socializar medios de producción”, por ejemplo. Generalmente, la derecha y la izquierda reformista aparecen como caras distintas de la misma moneda, la expresión ideológica de la conservación capitalista. El gobierno de Boric, bajo el ministerio de Jara, avanzó en la regulación de jornada, de salario mínimo y de pensiones, pero con bastante gradualidad.
Lucha de clases y partidos
Además, de estas determinaciones estructurales, hay que tener en cuenta que dentro de la clase obrera, sus estratos y personas constituyentes, según diversos aspectos (renta, ocupación, profesión, formación, residencia, propiedades, entre otras muchas), desarrollan su particular ideología. En buena medida empujados por los planteamientos dominantes (no discutas, microagrúpate con los tuyos, teme al diferente, obedece las normas, sé un buen profesional, compite para promocionar, protege tu pequeña propiedad, respeta la propiedad ajena, etc). La traducción política del conflicto social requiere articularse. El estallido popular de 2019 hubo de canalizarse institucionalmente, una expresión fue la elección de Boric.
Al final, toda esta diversidad, agrupada groso modo, se expresa políticamente en distintas afinidades, organizaciones y partidos, en una oferta electoral, con sus programas, equipos y líderes.
Pero, también aparecen los límites, la ventana de Overton. En los años recientes ésta se desplazó, desde el “cambiarlo todo” del estallido popular (2019), ratificado en el apruebo de la nueva Constitución (2020), hasta el rechazo de 2022. La ventana se estrechó, la discusión se trasladó hacia el orden, la estabilidad y la seguridad.
El programa ultraderechista del vencedor, además de la personificación ideológica del candidato, nos revela cómo vive la clase obrera chilena su particular situación de clase. ¿Cómo, con qué programa, ha ganado Kast la segunda vuelta? Punitivismo, barreras, controles, cárceles, ante la delincuencia, la inmigración, o el pequeño comercio; “pro vida” (aborto, anticonceptivos, preservativos, educación infantil); seguridad ante el miedo de perder la propiedad; es la ideología de los que temen perder algo, por poco que sea.
Partidos y elecciones
Esa ideología, más o menos de base, es atenuada o tamizada por las circunstancias personales. Las primeras tienen que ver con la historia de cada uno, las tradiciones familiares y experiencias vitales que acompaña a cada persona. Además, la situación, particularmente económica, que atraviesa la persona (y la del país) así como su opinión sobre la marcha de la sociedad. La información sobre lo que nos rodea, incluso el propio, está muy mediatizada por la socialización de cada cual. Este conocimiento sobrepasa las capacidades individuales, requiriendo la mediación de las redes sociales y de los medios de comunicación consumidos, que configuran el relato de la realidad o la particular apropiación de ese imaginario colectivo.
El Mercurio, grupo mediático chileno, es un ejemplo de actor político, ya en la época del golpe pinochetista, financiado por la CIA. Recientemente se encargó de difundir y convertir en conversación pública el relato sobre la seguridad, y su relación con la delincuencia y la inmigración, contribuyendo al desplazamiento de la ventana de Overton y legitimando la prórroga de los estados de excepción en la Araucania del pueblo mapuche.
Finalmente, con todo ello, la persona elabora mentalmente una conciencia y voluntad de voto. Con esta voluntad de voto, o estado de opinión, decide si dirigirse o no a las urnas, así como qué papeleta depositar. Por eso, el voto es una síntesis de múltiples determinaciones, que parten de la materialidad social a su vez desplegada hasta configurar, en la mente del votante, ese estado de opinión objetivado en su individual acto electoral.
Así, con una participación de 13,4 millones (85% del censo), el ultraderechista Kast obtuvo un 58% frente al 42% de la comunista Jara.
Síntesis
A pesar de que el capital es la relación social que nos sustenta, contiene una contradicción; por lo que la lucha no es una opción, es una necesidad. En su desarrollo, el capital, se acompaña de formas ideológicas y políticas; en las condiciones del capitalismo electoral, el voto se erige como un acto más de la lucha de clases.
Chile nos mostró que, cuando la clase capitalista se ve amenazada, no le importa renunciar al sistema electoral (golpe de 1973). Sin embargo, cuando la situación está controlada y no se cuestiona el orden capitalista, el pluralismo electoral en Concertación (centroizquierda), en alternancia moderada o en alternancia extrema (derecha vs izquierda reformista), es una forma adecuada de expresarse políticamente el desarrollo de la relación capitalista.
Ahora bien, el pluralismo electoral abre la posibilidad de cualquier elección, incluso la revolucionaria (aunque ésta nunca haya ocurrido); también habilita la elección de la ultraderecha, como el reciente caso chileno. Sin embargo, ésta, con sus recortes, su represión o retrocesos en derechos, reactiva la resistencia social porque aprieta en exceso el conflicto que se propone cerrar. De alguna manera, nos alerta de la situación crítica en que se encuentran las élites capitalistas, que ven peligrar su poder. A la vez, nos devuelve al punto de partida, donde todo, incluso el capitalismo, queda por definir. Entonces, la izquierda tiene que plantearse si no solo se trata de ganar elecciones, sino además ensanchar lo decible, organizar lo posible y convertir en práctica social lo factible.
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